Marwan | El cantautor moderno en La Rambleta

La verdad es que estuve nervioso toda la semana (e incluso antes, para qué negarlo), ya que iba a ver y realizar un trabajo periodístico sobre quien es para mí uno de los mejores cantautores del momento y que, en el plano personal, más me ha influenciado a la hora de componer. Hablamos sin duda del madrileño con origen palestino Marwan, un cantautor como pocos.

Marwan, que lleva un bagaje de años en la música española, es un artista que viene de abajo, de los bares míticos como el Libertad 8 o la Sala Galileo, ambas cunas de la música de autor madrileña. El artista venía a Valencia esta vez a presentar su nuevo trabajo, “El Viejo Boxeador,” un grito a ser uno mismo, pero con sus reivindicaciones a la vida bohemia. Así que, por fin, después de tanto pelear por conseguir cubrir este evento (gracias una vez más a URBAN LIFE por contar conmigo) y gracias también a La Rambleta por finalmente permitirnos poder realizar el trabajo con la calidad que tanto nosotros como Marwan y como ustedes se merecen. Esperamos que sea el principio de una larga lista de colaboraciones donde todas las partes queden satisfechas.

Pues bien, eran las 17:50 así que rutina, batería de la cámara cargada, objetivo y cámara con tarjeta de memoria dentro (muy importante). Una vez revisado el material, me puse mis discos del artista madrileño y me fui con una sonrisa de oreja a oreja hasta la Rambleta. Al llegar ya había bastante cola, lo que presagiaba que iba ser un buen concierto, y es que la energía era de esos conciertos donde vas a vibrar. Y qué necesario es hoy en día tener esas emociones a flor de piel para sacarlas entre aplausos y vítores. Ya en el recinto, la chica de la cola nos iba indicando que los palcos era una fila, y los pares e impares otra. Pasado unos minutos, Marwan hizo acto de presencia saludando desde lo alto de la cristalera.

A eso de las 20:00 las puertas del recinto se abrieron, y de forma ordenada fuimos entrando dispuestos a instalarnos en nuestras butacas y esperar con ansias los pocos minutos que quedaban para que el de origen palestino hiciera acto de presencia. No pasó mucho tiempo hasta que se encendieron las primeras luces y sonaron los primeros acordes de el “El Viejo Boxeador”, dejando ver una puesta en escena muy importante, con un juego de luces muy bien trabajado (ya saben que como fotógrafo es de las cosas en las que más me fijo) y con un sonido que sencillamente era de diez.

Marwan entró con todo en el escenario, acompañado de Marino Sáiz al violín (ya conocido por todos nuestros lectores) y de Alejandro Martínez a los pianos. Una vez finalizada la primera canción, Marwan presentó a sus acompañantes y saludó dando las gracias al público por haber acudido al concierto, dando énfasis al haber acudido en estos tiempos, y dejando claro las ganas que tenía de subirse a un escenario (y nosotros de que te subieras) .

Marwan, que explicó que era su disco “más alegre”, dejó claro que quería que así fuera, para que no nos deprimiéramos ya que teníamos bastante con la pandemia (todo un detalle de tu parte Marwan). Cantó canciones de su nuevo trabajo entre las que me impactó muchísimo “La Reina del Jagger”, una canción muy sabinera la cual relata un amor de una noche de barras entre Jagger y paseos a altas horas por Madrid.

También hubo tiempo para el humor, y es que ser cantautor no está reñido con ser feliz y hacer sonreír, y tuvimos tiempo para una pequeña improvisación de Marwan sobre su nariz la que comparó con la de Cyrano de Bergerac, personaje cinéfilo histórico del cine francés sobre un poeta cuya característica más importante es su notable napia.

Asimismo, hubo tiempo para clásicos como “Te Quiero”, “Conviene Saber” o “Las Cosas Que No Pude Responder”. El concierto acabó como no podía ser de otro modo con “5 Gramos de Resentimientos” en la que el madrileño se incluyó y se atrevió a rapear y cantar a la vez (hay que recordar que esta canción es un dueto con el alicantino Nach)

Y así el concierto llegó a su fin, entre una gran fiesta musical rota por los aplausos del público, y finalizado tristemente por el apagado y encendido de las luces generales y el correspondiente aviso por megafonía de que se permaneciera sentado hasta ser avisados para salir.