Marino Saiz | El artista camaleónico visita Valencia

Marino Saiz | El artista camaleónico visita Valencia

No quería empezar esta crónica sin antes en nombre del equipo de URBAN LIFE y en el mismo propio no agradecíamos al propio Marino Saiz, y a la Sala El Volander por su buen trato, y hacernos las cosas fáciles de una forma que da gusto. De corazón, muchísimas gracias.

Bien… violinista, pianista, corista, solista actor de cabaret. Cualquier palabra es buena para definir a Marino. Algunos le conocen por ser el violinista principal de artistas de la talla de Pablo López, Marwan, Andrés Suarez, o Funambulista. Esa es su tarjeta de presentación, algo injusta si vemos la calidad musical y vocal de este hombre en solitario, y eso me disponía a averiguar en su concierto este 17 de diciembre en la sala El Volander.

Yo llegaba a eso de las 19:40 a la sala, donde al entrar me indicaron las medidas de seguridad a tener en cuenta durante el concierto, cosa que es del agrado de uno ver cómo una sala de conciertos, aparte de ofrecer shows (como si no fuera suficiente en estos tiempos duros) cuidan con mimo la seguridad de sus clientes, artistas y personal que trabajan con ellos. Como llegué pronto pude ver la prueba de sonido y a los diez segundos ya sabía que estaba ante una persona con un talento brutal. Lo primero que oí fue ese violín que tantas veces he oído en canciones de otros artistas. Seguidamente, su voz, una voz claramente cálida de esas que desean que te duerman cuando tienes cuatro años.

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Marino Saiz | Foto: Luis Jaime Blanch

A eso de las 20:00 fueron abiertas las puertas para el público, que al igual que yo, recibía las indicaciones y eran sentadas en sus respectivas mesas, gente de todas las edades que estaban expectantes por ver a Marino en solitario. Eran alrededor de las 20:45 cuando nuestro artista hacía acto de presencia y se subía al escenario, rompiendo el respetuoso silencio con una atronadora ovación. Se presentaba y preguntó quién le conocía a través de él mismo o de sus colaboraciones con otros artistas, algo que en mi opinión reflejó lo seguro y orgulloso que está de todo su trabajo tanto en solitario como en conjunto. Todo ello seguido de un alegato en el que reivindicó la música en directo y lo necesario que son salas como el Volander donde nos encontrábamos. Empezó tocando el violín, de una forma en la que solo las personas que hablan a través de la música pueden.

Marino Saiz avisó desde el principio que íbamos a reír, íbamos a llorar. Un concierto con canciones desde tristes a menos tristes (sin ser alegres como bien decía el), canciones como “Alfombra Negra”, una oda a la vida de excesos como remedio para olvidar asuntos del querer, un tema donde ya Marino Saiz sacó a relucir su faceta de actor de cabaret, en una exposición maestra de gestos y lenguaje no verbal combinado con una voz dulce que hacían que sus canciones cobraran vida totalmente. Otra de sus canciones que más pude disfrutar sin duda es “Tengo Miedo”, donde se desnuda en cuanto nos duele y mal nos hace esa incertidumbre de perder una persona, ya sea pareja, amiga, familiar, simplemente una persona que nos importa y queremos en nuestras vidas.

La canción que más me marcó, sin duda, sin ninguna duda fue “La Farola”. En mi humilde opinión, una oda al destino, y así lo interpreté yo, la cual relata una cita a la que nunca fue (gracias al destino) porque de ahí salió el que es para este servidor, la canción más bonita descubierta este año con su estribillo “son adelantos del destino, tras caer y caer, un día se enciende marino (sustituyendo a la palabra camino) y puedes ver”.

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Marino Saiz | Foto: Luis Jaime Blanch

En el concierto hubo tiempo para reivindicaciones, para el amor por encima de todas las cosas, sin importar nada, solo el amar, para covers de temas de Mecano, del Rey León (momento funny del concierto donde rompimos a reír), y canciones de otros artistas con los que colabora en un mix)

El concierto iba llegando a su fin, y Marino nos tenía preparada una sorpresa, y qué sorpresa. Con la mascarilla puesta (la seguridad ante todo) y las luces apagadas se dispuso en medio de las mesas y en mitad del público para deleitarnos con la última de sus piezas un mix de melodías al violín de canciones , en los que el público respetó el silencio y aplaudió al finalizar, celebrando así la cultura y así la vida.

Redaccion

Artículo realizado por varios/as componentes del equipo de Urban Life

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