Zetazen | Ángel y demonio
El madrileño presentó el pasado 28 de febrero «Alma Libre» en Alicante
Llegaba al concierto con un leve dolor de cabeza. Estuve a punto de tomarme un ibuprofeno pero decidí aguantar porque una hora después iba a recibir una buena dosis de medicina para el alma. Aún me acuerdo de la visita de Zetazen a Alicante el año pasado junto a Cruz Cafuné, cuando confesó que hace dos años tuvo que cancelar un concierto en este mismo recinto por la insuficiente venta de entradas. Unos meses después, el casi sold out habla por sí solo. Un progreso profesional digno de aplaudir hasta convertirse en uno de los artistas más queridos del país.
En esta ocasión venía a la ciudad valenciana a presentar su último trabajo “Alma Libre”, pero lleno de magia y momentos únicos, que sentimos ya desde el inicio con un “No Seré Yo” en su versión más épica. Frenesí galáctico. Así era una de las caras de Zetazen durante el concierto, la del diablo. Eran esos momentos en los que los temas como “Supernova”, “Y Ahora Qué” o “Mal Genio” transmitían el doble de fuerza en el directo. Todo ello complementado con cañones de humo y fuego en cada ‘drop’ que tantos sustos me dieron mientras intentaba obtener fotografías. Asimismo, la labor del fotógrafo también se complicaba porque Zetazen no paraba de correr, saltar y moverse de un lado a otro. Era la cara más excéntrica, la más oscura, la más fiestera; pero vestido completamente de ropa blanca. Sobre sus hombros predominaba otra cara, la del ángel.
Eran los temas como “Bombón”, “Cuenta Nueva y Borrón” o “3:43” en los que el ambiente envolvió la sala de un aire más intimista. Y es que Zetazen conecta y muchísimo con su público. Su obra, tan llena de letras que denotan sentimentalismo pero plasmadas en melodías elegantes, es lo que cuaja tan bien en esa base de fans tan consolidada. Bastaba con observar las caras, la mayoría chicas, de la primera fila: miradas cómplices como si enfrente estuviera su crush. Y más si tengo en cuenta las decenas de gritos de “te amo” durante todo el concierto. El público estaba enamorado y a su vez disfrutando de una manera exorbitante.
Pero fueron los acústicos de “Alma Libre”, “Derramo el licor”, “Llórame” y “Me Mato” los que provocaron un tsunami de emociones en los de abajo. Una oleada de diferentes estados de ánimo. Una conexión mágica y especial con casi mil almas libres cantando a pleno pulmón. Puro arte auditivo. Pura pasión y sentimentalismo de Rubén acompañado de J.Heras, su compañero de conciertos y el encargado del trabajo con la guitarra o piano y que además presentó “Espero”. Es sencillamente único lo que pueden llegar a transmitir.
Asimismo, también brindamos chin chin; sentimos escalofrío y nostalgia o cantamos como si fuera la última vez, aunque después de tres reencuentros, la cuarta visita a Alicante se presenta con severa posibilidad. Tampoco se olvidó de otros hits como “Sextape”, “Miénteme” e incluso interpretó en exclusiva una nueva canción que está en el horno. Decía que todavía no tiene memorizada la letra pero lo cierto es que el móvil con el bloc de notas solamente servía de adorno.
Acercándose al final, todavía quedaban tres balazos por disparar. Primero «Incendio en Mí», que tuvo su casualidad incendiaria con la perfecta sincronización de los cañones de fuego. Se ha convertido ya en un himno emotivo que no tiene otra manera de interpretarlo que no sea a oscuras junto a la iluminación de los móviles. Una Supernova. Un clásico reciente que siempre cautiva en directo. Le siguió la muy solicitada «Me Mato» después de la versión en acústico, para terminar derramando sudor y licor.
El éxito de Zetazen se ejemplifica también en la cantidad de entradas vendidas y parece que se tiene que acostumbrar al cartel de todo vendido. A falta de 12 entradas en Zaragoza y Bilbao, Rubén lleva ya 12 sold outs de los 16 de esta gira. Y no es de extrañar, se lo merece. Cada vez hay más enfermos. Cada vez hay más medicina para el alma.
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