Vic Mirallas: «Me fastidia que los programadores me asocien a un género concreto»
Vic Mirallas es un erudito de la música. La estudió en el instituto de Berklee en Boston y la puso a servicio de Alejandro Sanz, uno de los mejores artistas españoles de todos los tiempos. Ahora, reposado todo lo aprendido musicalmente durante este tiempo, ha publicado su segundo larga duración «Crucidramas» (Warner, 2021), disco en el que explora un concepto de música que rehúye de géneros y se encuentra con el principio primario de emocionar. Tuvimos el placer de compartir con él una llamada telefónica con una conversación más que interesante.
Pregunta: Estás de estreno con “Crucidramas”, un álbum en el que decides ahondar más en la innovación y en el cuidado de tus canciones. En este disco se puede percibir una delicada forma de entender la música más allá de géneros. Refleja a la perfección el concepto más puro de música. ¿Qué querías mostrar a tu público con este álbum?
Respuesta: La intención era justo lo que comentes. Intentaba huir del estrés y la ansiedad que provoca una etiqueta. Me gustaba que la gente pudiera percibir la animadversión hacia eso y que viesen cada canción como algo totalmente diferente al resto. Al final somos personas creadoras y necesitamos diferentes estímulos para crear, y esos estímulos se pueden venir influenciados por diferentes sonidos.
P: Últimamente estamos viendo a muchos artistas que deciden hacer trabajos conceptuales hablando sobre sus inquietudes y miedos. Dramas personales que traspasan al papel a la hora de crear esas composiciones. ¿Cuáles son tus miedos como artista?
R: Lo que me da más miedo dentro de la música es el tema de los programadores, no saber dónde meterme y la incerteza de saber si algo a lo que le has dedicado mucho tiempo y pesar va a triunfar. Ese tipo de cosas son el riesgo a pagar que sufre uno por hacer las cosas que verdaderamente quiere. Todo por intentar huir de lo premeditado y sonar a ti mismo, que creo que es algo que en España no pasa. Aquí se intenta sonar a lo que te gusta o a lo que funciona por los números. Y no poder girar con mi proyecto por falta de apertura mental de los programadores es mi mayor miedo.
P: Esos son tus miedos como artista pero también tienes miedos personales que has decidido plasmar en las letras de este disco. ¿En qué piensas cuando interpretas esas canciones frente a tu público?
R: Cuando compuse los temas que se encuentran en este disco, la verdad que estaba en un momento más oscuro que ahora. Quizás por eso no me siento dominado por los temas y lo que narro. Cuando interpreto estos temas, me nace comparar ambos momentos y sentirme afortunado de haberlos resuelto. También llena interpretar esas letras frente a un público que las canta y las hace suyas. En Madrid fue un subidón cantar «Ruina», una canción que escribí estando un poco en la mierda, digamos (risas). Poderla oír ese tema cantado por otra gente me resulta divertido, curioso y emocionante.
P: La portada de tu álbum me recuerda a una de esas estatuas helenísticas que lucen desnudas en los museos. ¿Tiene algún símil con enseñar lo más íntimo de ti en tus letras?
R: Realmente he querido desmarcarme un poco a nivel artístico y de la imagen confeccionada en el álbum y en la promoción del álbum. Me noto bastante negado en este aspecto y me he dedicado únicamente a hacer música y he relegado este apartado más que importante a mi amigo Germán Pardo que ha sabido hacer sus movidas mentales teniendo en cuenta lo que reflejaban los temas del disco. Ha sido él el que ha buscado un hilo estilístico concreto, yo en ese photoshoot y en el estilismo tuve poco que decir.
P: Los crucigramas plantean la dificultad de tener un conocimiento bastante variado de las cosas que suceden. ¿Has conseguido con este álbum ser capaz de entender todo lo que pasa por tu cabeza?
R: No, al revés. De hecho la intención inicial era llamar al disco «Crucigramas que no entiendo» porque realmente cada tema carecía de una solución. Eran todo dramas sin resolver que había por mi mente. Por eso a mi manager se le ocurrió llevar el título por lo que ahora se conoce como «Crucidramas». Y realmente es eso, tenemos toda una vida para resolver estos crucidramas, por eso ahora mismo carecen de una conclusión. Son mis dudas y mis inquietudes expuestas sin haber llegado a una solución de las mismas.
P: Es interesante que lo que se percibe al escuchar este trabajo, un proceso de creación detallista en busca de la estética más elegante y trabajada, se topa con una actualidad musical en la que se devalúa esa concepción del cuidado estructural de las canciones en función de la creación de temas simples y lineales.
R: Es una industria en la que quiero estar pero que se encuentra un poco perdida. A nivel cultural, no sé si es el país pero hay algo que nos tira a seguir el camino de lo que vende. Incluso hay gente con sensibilidad musical que va a las listas de Spotify a buscar lo que más triunfa sin preocuparse mucho de lo que quieren hacer ellos o de lo que le gusta a la gente que les escucha. Una de las cosas que más me gustan a mí, como experimento social, es ver por dónde van los tiros de mis amigos más melómanos. Esto no tiene nada que ver con tener o no estudios musicales, gente que ha estudiado acaba ahí igualmente.
P: Te respalda una multinacional como Warner. ¿Eres el caballo de Troya del sello?
R: Digamos que he querido deshacer un poco las dinámicas imperantes desde el mainstream. Cuando fiché por Warner me sorprendió que una multinacional como ésta se interesara por mí, puesto que no hago lo que otros artistas de Warner hacen. Me gustaba meterme de lleno en la industria y poder cambiar algo con mi música. Es algo muy ambicioso y convives con nombres muy grandes dentro de la industria que te dejan poco espacio para salir. No sé si con el paso de los años se podrá cambiar el criterio musical del oyente, pero es algo que intento modificar.
P: Lo que sí está presente es la intención de que los temas sean cortos y fáciles de digerir.
R: Exacto. Cuando estudiaba en Berklee (Boston) tenía mucha información musical en la cabeza y estaba loco por enseñar todo lo que sabía. Eso lo noto en las piezas que componía a esa edad. Sin embargo, a medida que me he hecho mayor, he querido explorar el menos es más, combinando melodías pop fáciles con movilidad de tensiones detrás. Que vayan pasando cosas. He montado el puzzle para que nadie se aburra, ni el oyente ni yo. Este era el objetivo que me marqué en el disco y creo que lo he conseguido.
P: Eres una persona que ha vivido mucha música, desde haber cursado estudios de ello en Berklee hasta trabajar codo con codo con uno de los grandes de este país como es Alejandro Sanz. ¿Qué es lo que más valoras del arte de la música?
R: El poder expresar emociones a guitarra y voz, poder cantarte algo que te pueda afectar emocionalmente, es algo que poca gente tiene. El poder de los cantautores o cantantes de transmitir sentimientos de la forma más sencilla y primaria posible es lo que más valoro de la música.
P: ¿Cómo entró la música en tu vida?
R: Mis padres se conocieron en un bolo, luego mi hermana también es músico… En mi ambiente familiar siempre ha estado la música muy presente. Desde bien temprano comencé clases de piano, con cuatro años, y mi familia siempre ha visto la curiosidad de jugar con los instrumentos y de pasarlo bien con la música. Esa idea familiar de la música hizo que desde siempre sintiese la necesidad de dedicarme a esto. Pero aun así ha cambiado el enfoque. Al principio solo quería dedicarme a la producción, pero luego empecé un proceso de engranajes que me ha llevado al punto en el que estoy. Lo que sí puedo decir es que tanto mis padres como yo teníamos claro que tenía que dedicarme a esto, es lo que siempre me ha llenado desde pequeño.
P: ¿Cómo es para el ego de un artista ser músico de Alejandro Sanz? Desde fuera puede ser algo envidiable pero los músicos de cantantes suelen ser fantasmas omnipresentes a los que la gente apenas hace caso.
R: Ha habido momentos en los que Alejandro Sanz me tenía más en cuenta, dejándome algún espacio para darme protagonismo con algún solo de saxo; pero llega un momento en el que te ves un poco oficinista. Ser músico de este estilo es como ser un funcionario, haces siempre lo mismo y recibes poco input. He de decir que a mí me encanta no ser el foco de atención, pero llega un momento en el que necesitas desarrollar tu yo artístico. Saber que puede que te salga mal pero querer equivocarte con tu proyecto, no estar siempre con el cojín de Alejandro ahí.
P: ¿Crees que eres uno de los artistas más formados de la actualidad?
R: Seguramente sí.
P: ¿Es elitista pensar que saber de producción y haber aprendido a tocar varios instrumentos aporta más mérito a tus composiciones que a otros artistas que no saben de solfeo?
R: Puede serlo porque estudiar de conservatorio no te garantiza nada. Valoro mucho la intuición que pueden tener los raperos u otros músicos que hace música de oído. Muchas veces envidio eso, que salgan cosas de forma intuitiva porque tu cabeza lo pide así, sin estar pensando si el la entra dentro del fa menor como una tensión de bemol… A veces matematizo mucho todo y hay algo muy bonito en la gente que, sin tener tanto conocimiento armónico o musical, crea cosas muy buenas. Y me encanta escuchar la frescura de gente que no ha estudiado esto. Hay muchos aspectos que se pueden valorar que hace que tu música sea mejor o peor. La capacidad de componer buenas letras, por ejemplo, es algo que no se estudia. Por lo tanto, no es superior el que sabe más de solfeo que el que no; incluso a veces se puede ver como una perversión saber tanto.
P: Al fin y al cabo los músicos evolucionan tengan o no estudios detrás. Hablando de tu música, actualmente no eres el mismo que aquel Vic Mirallas que publicó “Aquí y Así” en 2017. ¿Qué ha pasado durante este tiempo para ver en ti un cambio tan grande?
R: Ha sido bastante heavy el cambio que he tenido durante la pandemia. De estar de gira con Alejandro, viajando por todo el mundo, a estar muchos meses encerrado de repente con mi ex-pareja. Te hace componer diferente y modificar tus hábitos musicales. He pasado a ser una persona que escribe letras de forma más introspectiva. Aun así, creo que también forma parte de cómo mutamos las personas, no es algo que me pase solo a mí.
P: Pudimos escuchar en su día «El Moment És Teu», una canción intimista donde decidiste gastar la tinta del bolígrafo escribiendo en catalán. ¿Volveremos a verte componer en este idioma?
R: Sí, realmente en el próximo trabajo que saque caerán un par de temas en catalán. Me gusta mucho cantar la canción en directo y me siento muy a gusto desenvolviéndome en esa lengua. También soy consciente de que tengo mucho oyente en Latinoamérica y tampoco me puedo sobar mucho con el catalán. Pero un poquito sí y ya se verá en lo próximo que viene.
P: De la variedad de temas pasamos a la variedad de géneros. Has tenido la oportunidad de colaborar con grandes nombres a lo largo de tu carrera como frontman. Artistas como Juancho Marqués, Camilo, Don Patricio o Bely Basarte te han acompañado en duetos. Eso habla de tu capacidad para adaptarte a diferentes estilos musicales.
R: Efectivamente. En las colaboraciones que he hecho, he buscado antes el timbre de la persona que colaboraba antes que el nombre o su posicionamiento. Por ejemplo, con Nicole Zignago imaginaba una voz femenina de ese tipo. Tenía pensadas tres cantantes que lo podían hacer y al final me encajó más ella a nivel sónico. También busco que haya buen rollo con los artistas con los que colaboro, no te voy a mentir, pero uno de los principios por los que pasa la decisión previa tiene que ver con una decisión a nivel musical. Creo que esto es lo que hace más redondos los temas.
P: ¿El principio de amistad es algo que hay que tener presente para colaborar contigo o únicamente pesa la necesidad del tema?
R: Depende. Por ejemplo, yo al principio no sabía quién era Camilo, en ese entonces no sonaba en cada supermercado (risas). En su momento me contactó por privado para decirme que le encantaba «Babia», una canción mía, y fue mirar sus números y ver que era un tío que tenía mucho fandom detrás. Pero entré a un video suyo en el que cantaba un reggaetón fácil que no me gustaba y estuve a punto de decir que no veía la colaboración con él. Pero luego vi otro video suyo, cantando con la guitarra, y ahí vi que el tío era un músico con todas las letras. Él se volcó mucho en hacer un tema conmigo, yo también pensé un poco en él y al final surgió todo por una buena sinergia entre los dos. Con Don Patricio pasó algo similar. Ellos ven en mí algo que musicalmente les aporta y yo encuentro en ellos algo que le puede venir muy bien a las canciones.
P: ¿Te molesta que se te encasille en un género?
R: No me molesta que la gente me encasille en un género, más bien me genera curiosidad. Lo que me fastidia es que los programadores me asocien a un género concreto y lo usen como excusa para no programarme. De hecho, ahora mismo estoy escribiendo una canción que me ha salido del corazón porque estoy teniendo problemas para programar conciertos este año y tengo un disco recién estrenado que tengo que presentar. Es algo que me juega en contra y pasa porque tenemos que tener todo muy bien masticado, es reflejo de la falta de apuestas por cosas nuevas.
P: Al final es más fácil promocionar tu música si te respalda un género concreto.
R: Exacto, también es muy importante a nivel de medios de comunicación especializados. Si ahora mismo tú me estás entrevistando es porque te ha llegado una nota de prensa hablando de mis toques urbanos, por ejemplo. Pero a su vez seguro que no encajo en el tipo de gente a la que sueles entrevistar.
P: ¿Qué crees que te diferencia de otros músicos?
R: Yo creo que el directo es mi principal diferenciación respecto a otros artistas. En directo hacemos arreglos nuevos que no salen en ningún disco y llevo unos músicos extremadamente buenos y elegantes. Tengo la suerte de girar con unos músicos que suma un plus a mi música y no lo he visto en muchos otros artistas. Juancho Marqués, por ejemplo, es la excepción. Él también tiene la suerte de llevar una banda acompañante muy buena, pero normalmente en el mundo urbano no pasa. Tampoco en otros géneros como el de cantautor, con una propuesta muy lineal a guitarra y voz, o en el pop, con músicos que no tienen momentos de brillantez y se ciñen a una puesta en escena plana. No dan protagonismo a los músicos, a los arreglos y a lo que pasa detrás.
P: Es algo ligado a la cultura musical de aquí.
R: Sí. En Argentina, los músicos van con la banda y no tienen nada programado, lo que suene en la batería, el bajo y la guitarra es lo que va a usar el frontman para defender el proyecto. Eso es algo muy arriesgado y elegante que en España no se valora tanto. Me gustaría impulsar ese tipo de directos con los músicos de aquí.
P: Y, viendo esta diferencia que percibes, ¿crees que tienes el reconocimiento que mereces?
R: Es complejo. Si digo que no tengo el reconocimiento que me merezco, va a parecer que me estoy quejando; pero si digo que sí, parecerá que me conformo con lo que tengo, que no es el caso. Busco crecer más y soy consciente que el camino que he escogido es lento, de ir ganándome poco a poco a un público más sibarita. No he escogido la senda de hacer temas que lo peten rápido (risas). Me gustaría estar mejor posicionado de lo que lo estoy ahora, pero sé que el camino que quiero tomar no es el rápido.
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