Sr. Chen: «El disco es un manual de cómo hacerlo todo mal»

Sr. Chen: «El disco es un manual de cómo hacerlo todo mal»

Martí Mora Julià es el productor por excelencia de la música urbana catalana, aunque también podemos verle en la posición de rapper. En su palmarés podemos encontrar una gran cantidad de referencias propias y producciones realizadas para otros artistas de la industria. Este mismo año se ha erigido como adalid de la nueva corriente musical con la publicación de dos álbumes propios «4ever Domingo» (2020) y «Cómo No Hacer un Trío» (2021); y le ha dado tiempo para enfundarse en su faceta de productor para los nuevos trabajos de Yung Rajola y Lildami.

Es un artista diferente. Siempre busca encontrar las grietas de la escena para lanzar un mensaje totalmente diferente al que estamos habituados a escuchar. La sexualidad, la vulnerabilidad individual, lo no normativo… Todas estas cuestiones son tratadas por Martí desde la naturalidad de sus temas. Está en su mejor momento profesional y desde URBAN LIFE no quisimos perder la oportunidad de charlar con él sobre su última referencia en solitario y lo que esconden sus composiciones.

Pregunta: La escena catalana está creciendo a pasos agigantados. Desde fuera se ve cómo todos se apoyan entre si y tú estás un poco en medio de todos ellos. ¿Percibes también la escena catalana más unida?

Respuesta: Comparado con antes, hay una sensación mucho más de comunidad, aunque para mí aún no es la ideal. Si pones el ojo siempre ves el lado más amargo del ser humano, esos piques entre artistas. Con lo bueno que sería poder colaborar todos nosotros sin envidiar… Lo interesante sería explorar la colaboración desde la escasez. Muchas veces vemos la escena como un pastel y, si tú te comes este cacho, yo ya no me puedo comer el mío. En cambio, creo que lo más interesante es poder hacer piña y comprobar cómo el pastel crece. Es verlo desde la abundancia o desde la escasez. Yo, al menos, intento verlo así porque cuanto menos egoísta soy con lo mío, más crezco en lo propio. Es un poco contradictorio, pero así es como funciona.

P: El problema es que hay muchas mentes y, con que una de ellas sea un poco tóxica, va a contribuir a que el resto pueda llegar a tener esa sensación de toxicidad.

R: Es muy difícil. Me estoy dando cuenta de que a veces es desde el management o desde las discográficas donde se promueve buscar esos rivales y no desde los grupos en sí. Quieras o no, esto se va filtrando al artista y le van creando esas inseguridades. Un artista ya de por sí es un ente que es fácil que sea inseguro y si desde el mundo de los sellos discográficos se crea esa competición, es fácil que el artista entre a jugar a eso.

P: En el género del mestizaje hay un clima totalmente opuesto, algo que he podido presenciar en festivales. Están más unidos, hay más amistad y eso quizás no lo ve la escena del rap.

R: Siempre que tengo delante a un artista muy distinto a mí, no tengo más que fascinación, y cuando me veo en un similar, ahí es donde puede nacer esa competitividad. Pero en cambio, si a mí me pones delante a algún bajista, siento cero competitividad con él. Todo es de buen rollo y fascinación. Eso suele pasar sobre todo en los raperos porque entre los productores, por lo general, siempre hubo muy buen rollo pero entre cantantes sí que es más fácil notar ese enfrentamiento. Si esa competitividad la sabes llevar de manera sana, no tiene nada de malo. El problema es que empiece a animar tus inseguridades y tú quieras invisibilizar al otro. Eso pasa sobre todo con figuras de más poder. Me doy cuenta de que hay ese afán de censurar o no dar poder a la gente que está subiendo. Por puro miedo, básicamente.

P: Desde fuera también se percibe que los productores están en un escalón más bajo que los artistas. ¿A qué se debe?

R: Creo que hay muchos factores. Uno es educacional. El ojo de la prensa siempre va al artista. Por ejemplo, si no estás dentro, no sabes quién es el bajista o el guitarra de Queen. Y otro factor es social, es muy importante que nosotros mismos, los productores, dejemos de creernos menos que el propio artista. El mundo muchas veces te devuelve el reflejo de lo que tú estás pensando y por eso es tan importante que haya figuras en el mundo como Timbaland, Pharell o Kanye West, unos superproductores que supieron cómo traspasar el umbral que indica dónde tiene que estar un productor y ponerse al mismo nivel que el artista.

P: En Queen, si alguna entrevista no podía concederla Freddie Mercury, le suplía Brian May, pero por ejemplo en SFDK, prácticamente todas son de Zatu, no de Acción Sánchez.

R: Exacto. Al final tiene que ver con nosotros mismos de hacernos respetar y saber poner límites, y todo artista que no quiera cumplir esos límites, es un artista que no va a trabajar contigo. Entiendo la inseguridad de que poner límites pueda significar dejar de tener curro. ¿Cuánta peña hay que se asusta cuando le dices el precio que cuesta un beat mío? No quieres trabajar con gente que no es capaz de valorar o de entender que tu trabajo vale dinero.

P: Adentrándose en el disco “Cómo No Hacer un Trío”, mientras estaba preparando la entrevista, veía a Sr.Chen con algo que no tiene el resto pero no sabía identificar qué era. ¿Tú qué crees que te diferencia?

R: No hay una intención mía de ser diferente, de ser el Outkast de la escena, sino que tiene que ver con cómo de natural me sale. Siempre me intento preguntar si lo que estoy haciendo se me siente natural o impostado porque soy un artista que vengo de impostarme mucho. Toda mi carrera siempre ha sido de ir quitándome las capas de mi armadura contra el mundo. Cuanto más natural me parecía, más cómodo me sentía. No obstante, el sentirme natural, desde fuera puede ser juzgado por no entrar dentro de los cánones. El canon de todos los raperos top que tenemos en España es de un chico guapo, blanco, mazado… Obviamente hay todo un espectro de cantantes, pero si nos vamos a las puntas de lanza, siempre hay ese patrón. Y poder salir de eso es jugártela. Si me pongo unos pendientes en el próximo videoclip o salgo medio desnudo yo, que puedo tener un cuerpo menos normativo, con mi chichilla y tal, me estoy saliendo de los predeterminado. Eso me genera inseguridades pero a la vez me gustaría vivir en un mundo donde yo pudiera mostrarme tranquilo y cómodo y que la gente resonara con mi música sin la máscara o la coraza de por medio. Usa eso como tu ventaja y resonarás con la gente que ha podido sentir eso alguna vez. ¿Cuánta peña no se ha puesto a hacer música o ha acabado en un papel más secundario por no haberse visto atractiva porque no entra en ese canon? Es súper necesario que haya referentes de todo. Eres igual de válido como artista tengas el cuerpo que tengas o seas de la forma que seas, y ahí es un poco donde estoy intentando luchar.

P: A Adele, por ejemplo, todo el mundo la reconoce por ser la chica gorda de la música pop internacional.

R: Hoy en día, todas las noticias de Adele son cómo empezó y cómo está ahora, porque es una chica que ha perdido peso. Dan ganas de decirle al que escribe eso: «¡escúchate un disco de Adele!«, ¿sabes? El otro día hablaba de Dua Lipa con una persona y llegamos a la conclusión de la diferencia entre la industria inglesa y la americana en la música. Si te fijas, de Dua Lipa no hay escándalo, no hay vida social. A ella la conoces porque hace música. Por supuesto que es una chica guapísima y cumple todos los cánones de belleza pero es muy distinto a lo que podría pasar con Cardi B. Con ella en EE.UU siempre tiene que existir el componente de la salsa rosa. En Inglaterra se respeta mucho más, aunque Adele es de industria inglesa, pero a la que trasciende eso siempre se busca el ir más allá de la música.  Aún así, puedo entenderlo también porque al final mucho de nuestro trabajo tiene que ver con el entretenimiento y muchas veces una frontera cruza la otra y la música se convierte en un soporte. Tú haces música pero lo que realmente estás vendiendo es entretenimiento

P: Una de las cosas que me sorprendió cuando te conocí, junto a Emotional G y Lildami, era que parecíais derrocar los tabúes existentes en la sociedad como también normalizarlo tan explícitamente en los escenarios. En vuestros temas habláis de cosas que nunca había oído en ninguna canción del rollo. Volviendo a la pregunta anterior, ¿crees que las letras son las que os hacen especiales? 

R: La sexualidad sí que es verdad que siempre ha sido un tema clave en mis letras y siempre ha estado ahí como, por ejemplo, en el tema Pussy Song con Lildami. Incluso en mi disco «4ever Domingo» había un componente lascivo permanente durante todo el trabajo. En mi búsqueda siempre estaba normalizar eso. ¿Cuántas veces ha habido temas de rap sobre peña a la que le comen la polla? Vamos a hablar también de cuestiones cotidianas como, por ejemplo, comer un coño. Cuesta ver a raperos en el top que puedan hablar de eso de manera temática. Parece que haya cierta vulnerabilidad, como si comiéndome un coño me rebajase. Al final siempre existe esa escalera de poder.

P: Fran Yera de Atupa creo que es la única persona junto a vosotros que se ha salido de la línea predominante para hablar de roles de pareja, poliamor y otros tabúes de los que nunca se hablan en canciones.

R: Total. Yo en “Cómo No Hacer un Trío”, aunque no hablo explícitamente de eso, narro durante todo el disco mi reflexión sobre lo que significa amar hoy en día, donde llevamos poniendo durante siglos el papel de la pareja dentro de nuestro esquema mental y reflexiono sobre cómo salir de ahí es algo tremendamente complicado y doloroso, pero que libera mucho.

P: Precisamente, en este disco hay un tema que va de esto y, en general, parece ser un disco que tiene un hilo conductor y no está pensado para sacar singles. ¿Cuál es el tabú que hila este trabajo? 

R: El disco narra los primeros 6 meses después de haber roto una relación de 14 años y todo tiene que ver con reenamorarse. Habla de estar viviendo toda mi vida una vida que no sé si he decidido yo. En este disco, la pareja es algo simbólico. La primera frase del disco es “una jaula bonita es una jaula” porque esa jaula no es una pareja, es la vida preestablecida. Yo con 26 años era profesor de educación plástica en una escuela, ya tenía la vida hecha y todo parecía que estaba direccionado hasta que me di cuenta de que esa vida no la decidí yo. Muchas decisiones las he tomado por presión social, materna, etc. Estaba viviendo una vida para que mi círculo social estuviese tranquilo y el disco trata de romper con eso para comprobar si es realmente lo que tú quieres. Al menos para mí, es un disco para aprender a conectar con la intuición.

P: Has dicho que este disco lo defiendes “con una cierta vergüenza, ya que hay sentimientos que no son bonitos de enseñar”. 

R: Este álbum es un manual de cómo hacerlo todo mal porque yo en mi caso, por falta de educación y empatía, hice las cosas mal. El otro día me decía un amigo que el título parece que está puesto una vez acabado el disco. Esto es un álbum también de cómo puedo aprender de mis errores y saber perdonar esos errores porque en situaciones de ruptura y demás, la culpa puede acabar contigo.

P: ¿Por qué enseñarlos entonces?

R: Para mí es mi armadura. Si todas las emociones que me cuestan me las quedo para mí, eso me aísla del mundo porque me siento solo con ellas. Ha sido muy terapéutico el poder sacar el álbum y que venga gente y resuene con eso. Y lo más importante es que se crea esa sensación de comunión. De hecho, el disco está escrito desde 2019 y hasta ahora no me sentía con fuerzas para sacarlo pero tenía que cerrar ese capítulo para mirar hacia delante. Hay algunos temas como “Niño” en los que yo me noto muy expuesto, me da miedo que la peña vea esa parte mía viniendo de una gira con Dami donde toda mi vida era un «qué bien me va todo» pero por dentro estaba hecho una mierda. Acabo un bolo y estoy más solo que la una. Entonces, el sacar el disco era también transmitir el no creerse lo que uno está viendo.

P: Es un poco la vida fake del artista.

R: Totalmente. Solo ves lo que yo quiero enseñarte porque lo otro me duele demasiado enseñarlo. Si hablo mucho de lo bien que estoy, quizás me pondré mejor. Es un autoengaño que yo he tenido y, para mí, era importante mostrarlo sobre todo a mi círculo más cercano. Sacarlo fuera de tu cabeza te hace súper fuerte. 

P: ¿Alguna vez has pensado que te has pasado de la raya al hablar de más cosas de la cuenta en relación a tu vida personal? 

R: Esto me pasa sobre todo si nombro a gente. Yo conmigo mismo nunca creí que me pasase de la raya. Cuanto más desnudo me pueda mostrar, mejor. Desnudarte delante de otra persona puede causar dos cosas: Que la persona lo rechace porque no está preparada para verse en lo que le estás diciendo o que lo sienta. ¿A nivel de límites? A mí me mola pensar que ojalá todos fuéramos por ahí con pocas armaduras. Nos sentiríamos más cómodos y con menos presión de aparentar siempre estar bien.

P: El símil de desnudarse en las canciones también puede mostrarse en el desnudo literal. En ambos casos hay inseguridades.

R: En el vídeo del tema “Tu Culo pa mi” sale mi culo, por ejemplo, y eso en el mundo rapero no gusta. No solo por el cuerpo que tengo sino aparte, porque siempre se me juzga por mi sexualidad. Cuando saqué este disco hubo muchísima peña que me preguntó sobre mi sexualidad. ¡Y qué más da! No hay nada sexual en yo exponiendo mi vulnerabilidad. Es más, para mí es un terreno a explorar porque me hace fuerte y no le veo sexualidad implícita de por medio. 

P: ¿Puede que en las relaciones se esté perdiendo la necesidad de quererse a uno mismo?

R: Es jodido. No se nos enseña el autocuidado, sobre todo a los hombres. Yo he tenido muy poca educación de qué hacer cuando hay una emoción en mi cuerpo, cuando siento ira, miedo, etc. Por lo general, mi vida ha sido batallarla hacia fuera porque no sé sostenerla. A veces pienso que tengo algún trastorno autista porque me cuesta tela empatizar o sostener emociones sin ponerles lógica de por medio, porque siempre mi lógica es el gran aplastador de emociones. Yo siento emoción y mi lógica me explica el porqué, pero no me deja sentirla. 

P: Debido a esta imposición, los hombres no podemos expresar sentimientos porque el resto puede vernos como débiles.

R: Total. Yo nunca me he sentido más unido a un compañero mío que cuando he podido ser vulnerable con él. Cuando tenemos un conflicto y expresamos cómo nos hemos sentido, ahí es cuando yo siento fuerza de verdad. Esta conversación que hemos tenido me ha reforzado a mí, a ti y a la relación. Nos cuesta un montón pero poco a poco estamos cambiando.

P: Una reflexión que sueltas en “Ai Dolores” tiene que ver con los roles de una relación y, en concreto, de la figura del hombre en ella. ¿Crees que esto modifica inconscientemente la convivencia en una relación heteronormativa? 

R: Claro. Yo pienso mucho en los roles que tenía en la cabeza cuando era pequeño y casi siempre, el rol masculino en los cuentos y demás es la figura del soñador, del hombre que quiere ser libre y escapar. Como Hércules, por ejemplo. La libertad que tenemos los hombres entra en conflicto directo con los referentes que tienen las mujeres, cuyos sueños tienen que ver con la casa, la familia… Eso nos causa un problema muy grande, esos referentes pueden imposibilitar ciertas cosas. Al menos a mí, idolatrar esa libertad me ha impedido tener relaciones profundas.

P: Eso posiblemente desemboque en que haya muchos artistas masculinos que decidan enfocar su música a hablar de otras cosas que no les pasen porque en el caso contrario, se sentirían vulnerables de cara a su público.

R: Claro. Aún así, a mi me costaría un montón. Al final puedo hacer canciones de cómo hacer una tortilla porque la he hecho. Puedo imaginar vivencias, pero para mí, la única manera de conectar con la peña es si toco esa emoción que conozco. 

P: El culmen del álbum se logra con “DIOS”, una conclusión que evidencia la importancia del amor. ¿Al final todo pasa por encontrar a tu media naranja?

R: No, al contrario. Puede ser leído como un tema de amor pero para mí es un tema profundo, no solo espiritualmente, sino que habla de un amor por encima de lo que entendemos como amor. Como si detrás de la media naranja hubiera un amor que lo cubre todo, que lo sostiene. Con “DIOS” y con la “Meditación metta del amor incondicional”, la conclusión del disco es que hay una clase de amor que te ha hecho daño pero sentirlo no es algo de lo que tengas que alejarte, porque todo lo que vives está sostenido por amor. Aunque tú estés en la mierda y tu cabeza esté pensando que te odia, todo eso lo está sosteniendo un cuerpo que te quiere vivo.

P: Decía el grupo Mafalda eso de “no quiero estar anclada a un amor, no quiero obsesión sobre los celos, no quiero dolor”. Eso también puede influir en que hay veces que en una relación se exige un control innecesario.

R: Nos da mucho miedo. Ahora que está más de moda hablar de relaciones abiertas, la teoría es increíble pero requiere un ejercicio de comunicación. Si hay una herida ahí, se va a abrir. Y la idea de que no duela, lo que hace muchas veces es anclarnos o no abrirnos a alguien por miedo a que duela. El miedo al dolor está ahí y normalmente hace más daño el miedo al dolor que el dolor en sí. 

P: Teniendo en cuenta todas estas malas experiencias, ¿no hubiese sido mejor quedarse en la producción? (risas)

R: No (risas). Siempre he sido una persona de atrás, secundaria, y cada vez me estoy dando cuenta de que eso tenía que ver con mis inseguridades, con no saber verme o pensar que el mundo no me aceptaría tal y como soy. Lo que más miedo me daba me está ayudando ahora a ser visto por el resto.

P: ¿Te sientes más cómodo frente a un tema o en la producción?

R: Después de haber acabado este año el disco de Lildami y Yung Rajola, estoy en un momento de dejar un poco la idea del yo productor y querer investigar un poco el yo artista. Quiero explorarme. Tengo ganas de ver hasta dónde puedo estirar el chicle y llegar yo solo, porque nunca me he sentido tan fuerte como ahora. 

P: Esta pregunta es más como un intento por saciar mi curiosidad. ¿Por qué finalizar el disco con una pieza de meditación?

R: Es más, en el primero de todos (2018) también acababa con una pieza de meditación que la narraba One Path y en el segundo acabé con un cuento budista de mi abuela, y en este con la meditación de Emotional G. La meditación es algo que me ha ayudado mucho. Lo veía como algo tintado de aires religiosos y eso me tiraba para atrás, y el empezar a tener una rutina meditativa me ha cambiado la vida literalmente. Llevaba desde los 19 hasta los 26-27 medicándome por la ansiedad, por la depresión, y la meditación cambió eso. Pude relacionarme distinto con mi cabeza y me ha salvado mucho la vida. Entonces, si el disco puede acabar con una pequeña pieza para enseñar un poco lo que es mi mundo, me parece una manera interesante. Aparte, como clausura de disco es algo que me gusta, el irte relajado. Muchas veces es un skip para la gente al no ser una canción, pero si la haces estoy seguro de que hay un cambio entre el que empezó a escucharla y el que la ha acabado. A mi me sirve mucho en este disco para relajar. 

P: ¿Y eso tiene capacidades artísticas? 

R: El tema de la meditación me ha llevado a ver cuántas cosas no hacía por inseguridad mental. Cuando me interesaba hacer algo, seguidamente me salían esos circuitos mentales de defensa que me impedían que lo hiciese. Yo me tomo mi cabeza como si fuera un firewall, todas las voces de mi cabeza lo que quieren es protegerme. Quieren verme bien, pero a veces me sobreprotegen. Hacen que me llene la cabeza de esas inseguridades que te comentaba. Y la meditación me ha ayudado a dar ese pasito atrás y decir “agradezco mucho que mi cabeza me esté mandando estas señales pero voy a hacerlo igualmente”. Al final mi cabeza es como un circuito de alarma, está constantemente calculando qué puede salir mal. Su función es esa, si no te diría “sí, tírate por el precipicio, qué puede salir mal”. Así que al final la meditación me ha ayudado a cambiar un poco el discurso y a sobreponerme ante las señales que me mandaban. De una u otra forma, ha contribuido a que cada vez todo me la sudase un poco más. 

P: ¿El confinamiento vivido el pasado año te dio la oportunidad de tener un poco más de tiempo para meditar? 

R: Totalmente. Y no solo meditar. Venía del año de mi divorcio, de no tener hogar, de no saber bien qué era el término “casa” para mí… Había llamado durante mucho tiempo “casa” a algo que ya no lo era. La casa de mis padres tampoco la consideraba ya como “casa”, me alquilaba un piso en Barcelona y tampoco lo sentía como mi “casa”. Y no solo eso, también se sumaba que veníamos de la gira de Dami. 2020 ha sido, también a nivel económico, devastador, pues hemos perdido un montón de bolos. Pero hay un punto en el que parar, de algún modo, me ha servido para empezar a investigarme porque no había nada que hacer. Ya no podían venir artistas a los que grabar. Por eso ha sido tiempo para comenzar a verme. El COVID-19 ha sido como darle al botón de pause y decir “vale, el mundo está pausado y ya no vas a poder evitar cualquier cosa que tuvieras aparcada”. Esa idea de “esto es incómodo, no lo mires”. Si no miro mucho el problema, se va (risas). Así que el tiempo de confinamiento me ayudó a parar, ver en qué punto estaba y comprobar lo que no estaba funcionando de mi vida. 

P: Dices que te ha ayudado a parar pero, sin embargo, podemos ver que has publicado dos discos y te has enfundado en la producción de trabajos de otros artistas como Yung Rajola o Lildami. 

R: Un workaholic (risas). También tengo que decirte que soy una persona que curra muy rápido. Hubo un año de mi vida que lo dediqué exclusivamente a aprender a trabajar rápido. A conectarme mucho con esa intuición y que el programa o software que usara nunca fuera un impedimento. Como a aprendérmelo muy bien e ir flechado. Aun así te puedo decir que ahora estoy en un modo de bajar un poco las revoluciones porque ahora no tiene sentido sacar temas y temas, que es la situación en la que estamos ahora. El otro día, el presidente de Spotify dijo que sacar un disco cada dos años, que es lo que se estaba haciendo hasta ahora, ya no tenía sentido. El modelo a seguir es el que ha hecho Bad Bunny; sacar tres álbumes en un año. A mí eso me preocupa. Aunque hacerte un disco fresco en tres meses está guay, también hay algo bonito en hacer un disco que madure y que se trabaje durante un tiempo largo. 

P: Todo tiene que ver con cómo ha cambiado la forma de consumir música. Hemos llegado a una situación en la que se hace raro ver álbumes con una linealidad o una conceptualización clara como la que tiene tu disco. 

R: Totalmente, pero es que hoy en día cuesta escuchar un disco entero. A mí me cuesta encontrar el tiempo para escucharlo. Cuando anuncié su salida hice unas historias de Instagram pidiendo que se escuchase entero porque este disco tiene su sentido así, pero entiendo perfectamente que no se haga. Si te paras a buscar un single, te va a costar. Incluso “Tabú”, que es la más se puede acercar, no tiene para nada una estructura de single. Un minuto del tema es, literalmente, una chapa sobre el amor romántico.

P: Además las plataformas están diseñadas para favorecer la escucha del single. Eso es lo que hace que ya no se publiquen discos físicos en la misma medida que antaño. 

R: Es muy complicado, también a nivel de inversión. A mí me encantaría poder sacar la versión física de “Cómo No Hacer Un Trío”, además tendría todo el sentido siendo el álbum que es. Me haría mucha ilusión poder tenerlo en vinilo. Además, cuando escucho un vinilo, cambia mucho cómo escucho ese álbum. La relación es muy distinta. Tengo que estar todo el rato pendiente porque llegará un momento en que la aguja llegará al final del surco. Pero todo pasa tan rápido que, aunque mi trabajo salió hace escasos 15 días, parece que ya ha pasado. La atención de la gente dura dos días, en Instagram está más que comprobado. Saco algo y es como “oh qué guay” y adiós. Consumimos de manera compulsiva, es muy difícil quedarnos con algo. Pero bueno, es el tiempo que estamos viviendo y no me ayudaría mucho ponerme en plan pureta y decir “la manera de escuchar discos era como yo los escuchaba”. Hay que adaptarse a nuevos tiempos y, al final, nosotros estamos comerciando con ideas y se puede transmitir del mismo modo esa idea en un álbum de diez canciones que en un sencillo de dos minutos.

P: La filosofía del reinventarse o morir. 

R: Totalmente. De hecho, no me extrañaría que de aquí a cinco años, la duración de los tracks baje mucho más de lo que ya ha bajado. Donde yo estaría más agusto, y te lo digo de forma totalmente sincera por como yo hago las canciones, sería en una estructura de estribillo-verso-estribillo y que ahí acabara la canción. Porque por lo general hay una dictadura del segundo verso y a nadie le apetece escribirlo salvo que estén buscando una conclusión específica del tema. Me da la sensación de que todo va encaminado a eso, quedando canciones de minuto y medio. Cápsulas pequeñas fáciles de digerir.

Juan Fernández

Codirector en busca de un estilo claro. Del hip-hop al rock y tiro porque me toca.

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