Roba Estesa: «Hay que empezar a hablar de cifras dentro de la industria»

La peor entrevista que he hecho. Cuando tienes delante a un grupo que tiene mucho que decir, te quedas obnubilado por sus argumentos. Eso me pasó con Roba Estesa, una banda no mixta de Cataluña que ha erigido su trayectoria musical a través de un activismo social presente tanto en su música como en su vida privada. Revisionismo, rebeldía y conciencia del espacio que ocupan. Estas tres premisas acompañan a una formación que fue punta de lanza de la cultura catalana con su disco «Descalces» en 2016. Con la excusa de su último lanzamiento, «El <3 a 1K«, en compañía de Tremenda Jauría, me cité con Anna (bajista) y Gemma (cantante principal) para hablar de mucho y cuestionar poco. Y pese a que apenas pregunté lo que tenía en la libreta, volvería a repetir esa charla mil veces más.
PREGUNTA: La nota de prensa de Halley Records indica que solo serán dos temas los que publiquéis este 2023. ¿A qué se debe esto?
RESPUESTA: Funcionamos un poco como el calendario escolar. Es algo que hemos decidido hasta el verano, por lo que publicaremos este y otro tema por ahora, pero después no descartaría que vinieran más. Yo de ti no haría mucho caso a la nota de prensa (risas).
P: Venís de la presentación de un disco como «Rosa Permanent» que os ha llevado durante más de un año de gira. ¿Creéis que la forma de sacar sencillos os permite mayor libertad?
R: Realmente de ahí sale un poco la estrategia de ir sacando singles, veníamos de una producción muy larga con «Rosa Permanent» que duró muchísimo. Fue realmente agotador. Lo cierto es que la idea de disco compacto se está perdiendo un poco. Por una parte está guay sacar un trabajo así porque te sirve para tener algo que enseñar y poder cambiar el repertorio de los directos, pero a nivel energético es duro. Entonces, como acabamos un poco cansades con esta producción, decidimos seguir esta estrategia de sacar singles, que al final es como concentrar la energía en una cosa muy concreta y también te permite probar cosas nuevas. Te libera de la idea del LP y su estructura.
P: ¿Por qué habéis tardado tanto en colaborar Tremenda Jauría y vosotres?
R: Pues es una buena pregunta, la verdad. No sabría responderte. Hemos colaborado en otras canciones juntes pero nunca había llegado la oportunidad de trabajar en un proyecto propio. Quizás para las canciones que pensábamos en los discos no había encajado este junte hasta ahora. Es como que la vida nos ha ido cruzando en festivales y demás pero nunca se había dado la cosa de hacer un tema conjunto.
P: El sonido de este tema suena mucho a elles.
R: Exacto, a nivel de sonoridad nos hemos ido a jugar un poco más con la base electrónica y cuando escuchamos el tema pensamos enseguida en Tremenda, es como que casaba perfectamente con elles.
P: Encima sois dos formaciones que conseguís revestir la reivindicación en algo disfrutable. ¿Son referentes para vosotres en ese ámbito?
R: Gracias por eso que nos comentas, muchas veces nosotres pensamos diferente y, que desde fuera el feedback sea este, se agradece un montón. También que se nos ponga en el mismo equipo que Tremenda nos emociona porque es un grupo referente de eso, de vivir la reivindicación y el derecho a la queja desde el perreo, desde lo mamarracho y desde lo queer. También es un grupo que ha abrazado y transitado las modificaciones del movimiento feminista, empezamos más o menos a la par con esas ideas ubicadas en el modelo feminista de entonces y ahora, que han pasado casi diez años, ese modelo se cayó y hay otros nuevos. Hemos ido cambiando y estamos en sincronía con lo que sucede alrededor porque participamos de ese movimiento feminista y de esa transformación que se ha hecho alrededor de ese espacio social. Tremenda son referentes en ese sentido porque no están aislades mirándose el ombligo. Ambos proyectos están muy en comunicación con el activismo de calle o de barrio.
P: ¿Cómo valoráis este crecimiento que habéis tenido, no tanto como grupo, sino como personas?
R: Hacer esta retrospectiva es un proceso muy bonito, empezamos muy jóvenes con el proyecto, ni siquiera éramos mayores de edad, no vivíamos en Barcelona y nuestra realidad era otra muy distinta a la que tenemos ahora. Ahora hemos acabado en Barcelona, trabajando aquí y tejiendo nuestras redes. Hemos cambiado nuestro entorno, nos hemos hecho mayores y el proyecto ha crecido con nosotres. Cuando eres joven, empiezas con unos intereses diferentes a los que tienes con 28 años. Creemos que es muy guay que el proyecto beba de esto y evidenciar que antes abrazábamos unas ideas con las que ahora no nos sentimos tan identificades. Y no pasa nada, revisarnos y estar en consonancia con nuestro entorno es muy sano. No son cosas nuestras individuales, nuestras preguntas forman parte de lo que pasa a nuestro alrededor.
P: ¿Pensábais en ese momento, cuando no erais ni mayores de edad, que a estas alturas ibais a llegar a este punto como formación?
R: Sufrimos un poco de delirios de grandeza. Cuando comenzábamos, pensábamos que ya estábamos haciendo algo importante. Luego te miras los vídeos y somos cinco payases con un djembe y un violín haciendo el cutre, pasándolo muy bien desde un punto muy amateur, por decirlo de algún modo. Pero nuestra sensación era de estar en un gran escenario haciendo magia multitudinaria. Viéndolo de esta forma, te podemos decir que no nos sorprende encontrarnos en este punto 10 años después.
P: ¿Era vuestro objetivo principal?
R: Para nada. No fue un proyecto que naciese de la necesidad de juntarnos para petarlo. Nos encontramos varias personas que sabían tocar diferentes instrumentos y, quien no sabía, aprendía (risas). Y, de repente, nos vemos tocando en diferentes escenarios, presentándonos a concursos y grabando un disco. No sabíamos cómo había pasado todo eso pero había un sentimiento generalizado en nosotres, aunque igual en ese momento no se explicitara así, que eran las ganas de ocupar el sitio que estábamos ocupando.
P: ¿Fue complicado para vosotres llegar a ocupar esos espacios?
R: No fue complicado, en ese entonces iba muy bien que hubiese una banda no mixta con un discurso feminista en la escena. Estamos hablando de una escena musical muy politizada, en el que después las bandas pueden utilizar un discurso más o menos explícito, pero donde hay una trayectoria del circuito precedida por grupos como La Gossa Sorda u Obrint Pas. Eran espacios muy politizados que han ido diluyéndose. A aquella escena indepe y socialista le faltaba un componente feminista que nadie estaba teniendo en cuenta y nosotres dábamos el perfil. No éramos una banda de chicas que hacían versiones de jazz, éramos una banda de chicas que cantaban canciones explícitamente feministas. A la izquierda indepe le venía muy bien tener un discurso feminista, pero solo de una banda. Ha sido difícil que entren otras bandas de mujeres, hay muchísimas cosas que interfieren en esto. Nuestro producto iba muy bien en un momento muy concreto.
P: ¿Y tuvisteis comodidad dentro del espacio que ocupabais?
R: Que no lo tuviéramos muy difícil a la hora de acceder no quiere decir que fuera un espacio cómodo y seguro. Incluso siendo unas privilegiadas en este sentido, nos costaba el triple de esfuerzo acceder a ciertos sitios.
P: Vuestro disco exitoso por referencia, «Descalces», llegaba en ese momento de auge de la banda. ¿Creéis que la situación de entonces es la culpable de que, a día de hoy, vuestro primer trabajo siga siendo vuestro más escuchado?
R: Sí, este disco surgió justamente en el momento en que empezamos a pisar escenarios más grandes y multitudinarios, que eran espacios que no tenían este perfil de banda no mixta hablándote de una cosa, en ese entonces rara para el público, como podía ser el feminismo. Fue el boom de Roba Estesa y estas canciones se reconocen muy fácilmente. La prueba es que en Spotify siguen siendo las canciones más escuchadas. A veces te toca la moral estar matándote haciendo cosas nuevas y que no tengan el mismo reconocimiento que aquel disco.
P: Sin embargo, decíais que erais un grupo no mixto que faltaba en la escena y, 10 años después, parece que la situación no ha cambiado mucho.
R: Es un poco unexpected but not surprised. Si este tipo de preguntas nos las hacían al principio era como, bueno, con el tiempo cambiará. Pero es que llevamos más de diez años y en nuestro circuito no hay otra banda no mixta de canciones propias como nosotres. Hay como una banda no mixta en cada círculo. Está el grupo de raperas, las que hacen fanfarria, las que hacen mestizaje/rumbilla… Es como que solo puede existir una banda por espacio y eso es muy desesperante.
P: ¿Os molesta tener que ejercer esta pedagogía activista?
R: Justo antes de venir aquí estábamos hablando un poco del cansancio de esta pedagogía del activismo. Es una batalla perdida, quiero decir, esto se ha dicho y se ha escrito en un montón de sitios. Esto se lleva comentando durante mucho tiempo y hay un patrón que nunca cambia porque no hay ninguna voluntad de revisión de nada. Sigue sin tomarse conciencia del escenario como un espacio muy importante de representación y de poder, tanto por parte de los músicos como por la gente que pone a los músicos ahí encima. Si seguimos sin ver esta cara más política de la música, la dinámica va a seguir siendo la misma.
P: ¿En qué momento se os pone ese rol?
R: En el momento en el que somos el grupo no mixto que habla de feminismo, somos la madre responsable que educa a los hijos. En plan, nos han puesto aquí para hacer ese rol. Y si nos negamos a hacer eso, seremos «malas mujeres». Estaría bien que esto también se plantease a otros grupos con los que compartimos escenarios en este tipo de entrevistas y, así, favorecer un poco su proceso de revisión.
P: En un momento donde las redes sociales han magnificado las ideas individuales y de colectivo y, por ende, sus postulados contrarios, se ha formado la denominada cultura de la cancelación. ¿Os inquieta poder ser víctimas de esto en algún momento?
R: Es que ser una banda no mixta tiene muchos privilegios, como que nada de lo que haces se vaya a viralizar y que no te puedan cancelar porque, que te escuche menos gente, es difícil. El miedo está en que no nos contraten o que a la gente no le guste lo que hacemos, no en esto. Quien tiene miedo de que le cancelen es porque sabe que está haciendo las cosas regular. Dicho esto, si ocupamos un lugar, tenemos que tener mucha revisión y mucha autocrítica porque, si nos ponemos en la interseccionalidad, quizás tenemos bastantes privilegios que otres no tienen y que tampoco están representades.
P: Pese a no tener esos privilegios, estáis en constante revisión.
R: Sí, esto es algo muy propio de los movimientos sociales o, más específicamente, de los movimientos transfeministas. Como esta cosa de estar en alerta constante porque hay muchas cosas que tienes que revisarte, cosas a las que quizás no les has prestado atención. Y lo bonito es eso, ser capaz de mirar a tu alrededor y ver qué puedes hacer tú para que esto sea un poco más horizontal. Viene un poco de serie esta cosa de revisarnos constantemente. En cambio, la gente que tiene más privilegios es justamente la que menos piensa en esos privilegios.

P: Esta escena se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. ¿A qué factor creéis que se debe?
R: Siento que esta degradación que comentas tiene que ver con el recorrido histórico de esta escena mediterránea. A partir de los 90 se vinculó a saco con un sentimiento de identidad nacional, de lengua, de cultura, de hermandad… Y ahora a nivel social ya no es una necesidad identificarse con esto. Esto influye en un desinterés en la lengua y en las temáticas. Es que se había creado un género en base a esos dos pilares, la lengua y el tema. Da igual si lo que hacías era ska o rumba pachanguera. Yo, cuando era adolescente, necesitaba esta seña identitaria. Estaba militando en un casal feminista y quería hacer una banda de música para ser Obrint Pas en versión girl band. Y ahora a la gente joven de 15 a 20 años les chupa un pie eso y quieren ser Bad Gyal. Pues claro, yo si tuviera 18 años ahora mismo también querría ser Bad Gyal.
P: En ese momento de boom musical, ¿fue el catalán una buena fuente de ingresos?
R: Yo no creo que el catalán haya dado nunca dinero. No creo que fuese un interés económico, si fuese así nosotres tendríamos una subvención que no existe. Y cuando digo nosotres, digo cualquier persona que quiera hacer música en catalán. Si fuera así, habría un proyecto gubernamental para que el catalán saliera de Cataluña, porque no es una cosa que se proteja. A nadie le importa que se cante más o menos en catalán. Hay momentos históricos en los que socialmente se le da más valor y hay otros en los que no. Ahora mismo estamos en un momento en el que, quien lo hace, es porque le da gusto expresarse, pero no hay ninguna prioridad de defender la lengua y de reivindicar este elemento de nuestra cultura.
P: Pero se formó en su día una gran escena catalana que carecía de un orden en sus estilos musicales.
R: También creer que esto que yo estoy defendiendo ahora mismo es la escena catalana es una idea bastante cerrada y cuestionable. A no ser que te vayas a un festival o al concierto de una banda concreta, lo que te encuentras al salir de fiesta por aquí sigue siendo ocio nocturno y sigue siendo catalán.
P: ¿Entonces dónde consideráis que os encontráis dentro de la industria musical?
R: Es algo que ha ido variando. Es interesante porque hace muchos años que se habla de la escena catalana o gente que dice que no escucha música en catalán, algo muy raro porque no hay un único género en catalán. Entonces, cuando nosotres pasamos a formar parte de esta escena, estábamos haciendo una cosa diferente al resto, entre comillas. Algo más acústico, algo que tenía que ver más con la cultura tradicional, algo más de raíz, otra movida que no hacía nadie en los espacios que estábamos ocupando. En cambio, de repente, formábamos parte de esta escena medio rara. Siempre hemos ido probando cosas, nuestros intereses musicales han ido cambiando y, con ellos, nuestra manera de identificarnos musicalmente.
P: ¿Y actualmente cómo os identificáis?
R: Ahora mismo nos sentimos cerca de algo más rollo pop urbano, pero en verdad nadie nos pone esa etiqueta. Es como que llevamos mucho tiempo intentando hacer nuestras etiquetas sin éxito. De repente nos surge el interés por un sonido un poco más eléctrico, luego nos acercamos a algo más urbano y electrónico… Hemos añadido tantas cosas a nuestra música a lo largo de nuestra trayectoria que se han desvirtuado esas etiquetas.
P: Ahora vais a poder innovar aún más en vuestro sonido con esa deriva de sacar sencillos. ¿Estáis, de alguna forma, abrazando a la industria del fast food?
R: Sí, totalmente. Mira, trajimos «Rosa Permanent» en octubre del 2021, casi en el 2022, y la percepción de la industria es que hace mucho tiempo que no hacemos nada. Todavía estamos pagando el crédito que pedimos para sacar el disco, literalmente. Nos hemos currado también una gira de presentación. ¿Para qué? ¿Para tirar todo ese esfuerzo a la basura después? Si quieres que la industria y la gente te mire de alguna manera, tienes que estar haciendo cosas constantemente. Es esta productividad que no se acaba nunca. Así que ahora nos sumamos al carro y decidimos cancelar la estrategia que teníamos pensada para comienzos de 2023.
P: Cualquiera diría que Roba Estesa era una banda que había nacido para poner en duda a la industria.
R: Sí, pero somos personas que pagamos el alquiler, que tenemos que comer y que necesitamos bolos para pagar nuestras cosas. Este proyecto ocupa el 50% de nuestra vida. Hay un objetivo político y reivindicativo, pero también un objetivo de lucro personal, de cubrir necesidades y de poder vivir dignamente. Entonces, si se han de sacar singles, pues traemos singles. De hecho, yo creo que hemos tardado bastante en sacarlos, esto es un discurso que tenemos nosotres desde el 2020 y hemos tardado tres años hasta sacar uno.
P: ¿Es Roba Estesa un grupo rentable?
R: En general, creo que en Cataluña hay muy poca gente que se dedique únicamente a su banda. Roba Estesa somos 14 personas en ruta con tres equipos diferentes. La mayoría de nosotres tenemos otros trabajos. Claro que me gustaría poner en duda el sistema capitalista y trabajar lo mínimo, pero sigo teniendo mi curro de x horas, más aparte Roba Estesa, y a ver cómo pagamos el alquiler.
P: ¿Creéis que se tiene una noción algo distorsionada de lo que significa mantener una banda?
R: Totalmente. Y cuando le dices cifras a la gente, se llevan las manos a la cabeza. Yo abogo por comenzar a hablar de cifras. Un proyecto como Roba Estesa tiene una facturación muy volátil, pues dependemos mucho del número de bolos que podemos hacer. La supervivencia de una banda depende mucho de las contrataciones y eso es un factor que genera mucha inseguridad. En este sentido también es muy importante el tema del caché. El bolo vale 10.000 o 12.000 euros. Comencemos a decir cifras y a ser conscientes de cuánto cuestan las cosas porque después eres una banda que comienza y se aprovechan de ti porque te pagan muy poco. Pero claro, si no se establecen algún tipo de normas básicas de relaciones laborales dignas nos tocará a nosotres hacerlo.
P: El tema de las cifras es algo tabú, esta más que presente pero nadie habla de ello.
R: Pues habrá que empezar a hablar. Lo que yo me llevo al mes son 600 euros de Roba Estesa si tengo bolos. Si no tengo bolos, son 450. Y el alquiler en Barna está entre los 300 y los 500 la habitación, con suerte.
P: ¿Pero sobre quién recae esta responsabilidad?
R: Principalmente esto representa la importancia de la comunicación entre grupos, instituciones y productoras. La responsabilidad de las bandas es tener cachés éticos en relación al proyecto. Y después, la responsabilidad de las productoras y de otras instituciones es que eso pueda ser viable. Tú, como gobierno, estableces unas reglas del juego para que la gente pueda tener más o menos ayudas. Porque la financiación de la mayoría de los festivales a nivel de Cataluña es privada con ayudas.