Review | Los Chikos del Maíz – Yes Future
Tenía ganas de abordar este texto pero no sabía cómo. Era una responsabilidad para mí, intentando explicarle a mi yo del pasado mis sentimientos encontrados al escuchar este disco. La inspiración llegó, confortada por el alma de Bukowski, a las 23:00 de la noche, con una cerveza negra y varias claras dando aliento a mis pensamientos, y con la obligación de levantarme a las 03:00 AM para ir a trabajar al almacén.
Son esos momentos donde las ideas aparecen, como por arte de magia, para recordarte que esta vida está estructurada para pensar poco y en los momentos menos oportunos. Tanta información genera disuasión de la realidad, y encontrarte con tus pensamientos se torna una tarea difícil de conseguir a expensas de los constantes estímulos de nuestro alrededor.
Es por eso que, mientras me preparaba a conciencia para descansar previa al trabajo, mi mente abrazó con fuerza un título de un disco recién publicado: «Yes Future». Alguien dijo alguna vez que Los Chikos del Maíz era aquel grupo de rap intentando modernizarse con el ancla sujeta al pasado. De hecho, varias veces nos hicieron creer que no había futuro para la proliferación de su música. Incluso llegué a pensar que su momento álgido sería insuperable.
Pero retomaron la senda del éxito con un «Comanchería» (2019) que, si bien era una oda plástica del rap que vino y que los formaron como MC’s, seguía teniendo un aura retro que se afianzó con las colaboraciones de gente como SFDK o Kase.O. En ese momento tocó degustar un álbum con canciones llenas de estilo, preparadas para ser los nuevos himnos de la formación valenciana.
Y no nos equivocamos, estábamos en lo cierto. Todo el mundo aprecia, con el paso de los años, que «No Pasarán», «Senderos de Gloria» o «Anatomía de un Asesinato» han llegado para quedarse en la memorabilia de la gente; pero no hacían referencia a la actualidad del género nacional que muchos chavales del underground español se estaban echando a la espalda.
La juventud ya no escuchaba a Los Chikos. Se quedaron rezagados en el corazón de sus fans más acérrimos, pero el nuevo movimiento musical tenía otros nombres y apellidos. Mientras la cultura urbana evolucionaba en estilo y en forma, los valencianos estaban perdidos e inmóviles en una escena en constante cambio.
Los Chikos del Maíz quedaban como ese grupo que supo saciar la sed política de una generación, marcada más por la conciencia de clase que por el espíritu rapper. Ellos mismos han sido conscientes de esto, pues a lo largo de su historia se han codeado más por ambientes de punk y ska, haciendo de «La Estanquera de Saigón» (2014) su ópera magna con participación de nombres como Evaristo Páramos, Zoo o sus (in)separables Habeas Corpus.
Su nombre se coló en festivales pachangueros a lo largo y ancho de todo el país con más geometría que angustia. Y no es una crítica, al contrario, soy el primero que da gracias por haberlos disfrutado en festivales como el Rabolagartija, el Pirata Rock, el Festivern, el Marearock, el Juergas y un largo etcétera. Pero no les hacía justicia que el rap nacional fuese por un camino opuesto al suyo.
No nos podemos olvidar de que, rapeando, eran muy buenos. Por ello, que el público pureta los viese a la lejanía no era algo que fuese bueno ni para ellos ni para la escena. Perdíamos un estandarte nacional y lo que esto conllevaría en participaciones de índole musical y profesional.
Por casualidades de la vida, consiguieron reventar el WiZink Center con una larga lista de colaboraciones y con un público que, si bien iba a disfrutar del erreapé esgrimido por Toni Mejías y El Nega, la causalidad de sus actos les encaminaba más por el punk nacional que por el rap que predica el grupo.
El caso es que la actualidad de LCDM me ha permitido cambiar mi pensamiento respecto a lo que ayudan al rap nacional, y más concretamente al rap combativo. «Yes Future» (La Mazorka, 2022) es la pieza que ha conseguido derribar el muro que esgrimió Sex Pistols en su día y abrazar la prosperidad cultural con más rabia que deseo.
Me han hecho retomar la fe que perdí en un «David Simon» (2021) algo descafeinado. Todos y cada uno de los temas de este trabajo son piezas consistentes y elevables hasta competir con sus grandes tracks de referencia. Canciones como «Criptobros», «Nómadas», «El País del Miedo»… En las nuevas composiciones podemos encontrar la esencia de siempre desde otro punto de vista.
También ellos han hecho gala de revisionismo propio y han conseguido plasmar en este trabajo sus errores y debilidades con «Ecos de un Futuro Pasado». Ya no son aquellos Chikos que rapeaban sin conciencia y esgrimían mensajes patriarcales. Es un nuevo inicio para ellos, dejando atrás el ego eterno y pidiendo perdón a las damnificadas. También dan las gracias a quienes les hicieron entrar en razón y moldear unas cabezas políticamente incorrectas que tomaban la delantera a la conciencia general por el exceso de revoluciones.
Y se apoyan en talento joven para mirar a la cara al futuro de la industria. Se junta en «A3 Vibes» la mafia gregoriana con la mazorca. Ver a Nega y Toni compartir pista con Ill Pekeño y Ergo Pro hace todavía más obvio el título de este trabajo. No sólo hay futuro en Los Chikos del Maíz, también son conscientes de que hay futuro en la escena de rap patrio. Eso que hace tiempo parecían no entender y ahora han visto personificado en artistas con mayúsculas como los madrileños.
También dejan de lado la seriedad de sus escritos para compartir el lado más bizarro de la música con unos Space Surimi que los acercarán más a poder ser escuchados por Rauw Alejandro. «New Kids On the Black Block» es esa colaboración que nunca se me había ocurrido pero que no me arrepiento de escuchar. Haya sido buscado o como consecuencia de una abducción, lo cierto es que suenan bastante bien en la propuesta fresca e irreverente de los jerezanos.
Sin embargo, no han perdido la llama que les caracteriza. Y las primeras chispas que sacaron no las consiguieron solos. Es bonito ver regresar al trío mágico en «Rijkaard, Gullit & Van Basten», donde volvemos a saber de una figura tan interesante a la par que intrigante como Jerry Coke. Aparece y desaparece cuando quiere. Pasamos de no saber nada de él a encontrarlo sobre una pista de Plan B cuando se digna a dar rienda suelta a su talento. Y vuelve a desaparecer durante años.
Es parecido a lo que pasa a la política en el rap. Siempre se dice que rap y política va de la mano pero, cuando te quieres dar cuenta, la política se ha difuminado y queda la borrosidad de los rezagados. El rap combativo es la serie z de una escena marcada por macroproducciones de Marvel. Lo comercial es lo segundo y, por ende, todos quieren ser como ellos.
Es en ese momento, crucial para muchos, que las películas de superhéroes comienzan a cansar y vuelve, por arte de magia, la necesidad de las letras como arma arrojadiza a la exaltación de la extrema derecha europea, la corrupción política y la añoranza al pasado. Es momento de remover conciencias y de alentar el sentimentalismo de una población que no ha perdido la memoria. Encontramos, en «Pan y Rosas», la agonía del olvido. Una oda al espíritu aguerrido del que venimos, y con la intención de no agachar los brazos. Lloré escuchando la canción.
La inspiración, decía, me vino preparándome para una jornada laboral nocturna. La necesidad, sin embargo, obró su aparición a la salida del polígono industrial, cuando en mi coche sonó esta canción. También hay futuro en la conciencia de clases. Porque aún queda mucho que trabajar y mucho más que combatir. No queremos ser Italia. Hay que acordarse del pasado para afrontar el futuro. Si todos remamos en la misma dirección, es evidente que los Sex Pistols se tendrán que tragar sus palabras porque, primero, Dios no salvó a la reina, y segundo, sí se gestará un futuro libre para todos y todas.
Vuelvo a tener fe en Los Chikos del Maíz. «Yes Future» me ha devuelto la devoción que tenía antaño por el grupo. Y llegados a este punto, cualquiera podría decir que sólo digo cosas buenas en mis escritos. Pero esto, pese a quien le pese, sólo tiene una respuesta: únicamente hablo de lo que merece la pena ser comentado. Y han tenido que pasar 17 años, cuatro discos, cuatro EPs y dos maquetas para que nosotros, los oyentes, podamos comprobar lo hambrientos que están por la renovación musical.
Su última frase escrita en redes sociales es crucial en ese sentido. Como comentan Nega y Toni: «Lo mejor está por venir, así que os jodan, hay cuerda para rato«.
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