Rayden | Convertido en estrella del rock

El 1 de julio, Mutxamel abría las puertas de un recinto que va a albergar durante un mes actuaciones de los músicos y cómicos más sonados del panorama español. La primera cita del festival Nits al Parc tenía como protagonista a un músico que ha sabido moverse por diferentes estilos hasta encontrar el suyo propio. Rayden presentaba su nuevo trabajo discográfico, «Homónimo«, con un aura de estrella del rock que solo los grandes de la música consiguen. No hay nada más placentero que mezclar estética con calidad sonora, y el público siempre agradece estos esfuerzos para darle color a una propuesta cultural de este calibre.
Antes de que comenzase el evento de forma puntual, a las 22:00 de la noche, tuvimos la oportunidad de descubrir el recinto que la productora había preparado en el parque Canyar de les Portelles de Mutxamel. De primeras, se puede descubrir un auditorio al aire libre colocado de forma ascendente que hace las delicias de los asistentes situados en la zona VIP (situados en los sillones delanteros) y de las entradas normales. El primer gran acierto de este festival es la posibilidad de escalonar los asientos de forma que las sillas más alejadas puedan disfrutar del espectáculo como cualquier otro sin problemas de visión, lejanía o sonoridad.
Si se sube a la parte superior del recinto, podemos descubrir dos barras situadas en los extremos del lugar y varias mesas distribuidas a lo largo y ancho del parte para poder degustar con total normalidad la oferta gastronómica que ofrecen los foodtrucks anclados en el lugar (nosotros comimos una hamburguesa con patatas fritas y un hot dog con nachos que estaban de escándalo). Propuestas culturales de este tipo, ampliadas con detalles como este, demuestran la clara intención de hacer lo mas amena posible la estancia del público en el parque.

Una hora antes de la salida del madrileño, el escenario pequeño, situado en la zona gastronómica, fue testigo de una pequeña exhibición de rap a cargo del alicantino Míster Barcelo. Jugaba en casa y tenía que demostrar lo curtido que está el género en Alicante. Esta ciudad es uno de los puntos de florecimiento del rap español y de aquí han salido artistas como él, que comenzando en las Batallas de Gallos y siendo un referente en ello ha decidido emprender una carrera compartida entre la música y la comunicación. Por ello, podemos decir que su nombre es una de las piezas claves de una ciudad que ha visto crecer entre su población a gente como Nach, Abram, Arma Blanca o Arkano.
Con su socio Indominus Jack Beats, saltó al escenario para caldear un ambiente que parecía apagado de primeras pero que fue mejorando con el paso del concierto. La nueva normalidad está siendo complicada y Míster luchó contra ella con grandes canciones que han sido pilares de su carrera, mezclando temas recientes con otros ya curtidos y generando una buena estampa para comenzar bien la tarde/noche. Unos pequeños problemas con el sonido, ajenos al artista, impidieron la perfecta ejecución de parte de los temas, aunque el alicantino supo sobreponerse bien a ellos y dejarlo como pequeñas anécdotas algo frustrantes.
Aun así, pudimos escuchar temas como «Atención», «Juguetes Nuevos» o «Dime Quién» que mostraron la versatilidad del rapper. Entre medias tuvo tiempo para forjar cierta cercanía con el público gracias a una comunicación constante con ellos. También dejó vía libre a Indominus para que tuviese parte de protagonismo en un concierto algo inusual. A muchos de los asistentes les pilló por sorpresa esta actuación y el concierto se dirigía principalmente a gente que estaba cenando. A pesar de eso, varias personas se apuntaron su nombre después de que temas como «Saldrá Bien» calasen entre los allí presentes.

Con todo esto, podemos decir que Míster es un artista que tiene que estar más a menudo sobre los escenarios para poder coger el ritmo de conciertos y que, a su vez, tenga la oportunidad de realizar un setlist mucho más completo. Como punto negativo podríamos marcar estos desajustes técnicos momentáneos que sucedieron en algún tramo del concierto. Nos hizo partícipes a este humilde medio con varias referencias hacia mí mismo y posteriormente se preocupó en preguntar cómo se había visto y oído desde fuera. Eso habla bien de un artista, y Míster Barcelo sin duda es un músico con humildad y con grandes aspiraciones; y poco más se le puede pedir a un rapero.
Una vez finalizado el recital del alicantino, la gente se fue acomodando en sus asientos del escenario principal para disfrutar de uno de los cantantes más de moda en el género. Justo esa misma tarde lo confirmaron para el festival Rocanrola y varios de los allí presentes comentaban con sorpresa la posibilidad de disfrutar por partida doble del show de Rayden. Y no es para menos, porque cuando ves un espectáculo suyo quieres que no acabe nunca.
Como fan que soy de los conciertos con banda, es un honor poder asistir a actuaciones tan cuidadas y pulidas como esta. Tuve el placer de disfrutar anteriormente de ellos en Sala The One y ya me cautivó el aura que desprendían a Rage Against The Machine o Prophets of Rage. Porque no solo cuenta la contundencia y la sonoridad que irradia un grupo, la puesta en escena es un factor importante a cuidar por parte de cualquier persona que se suba a un escenario. Y en eso anda sobrado David Martínez.

El humo empezó a ser la estrella sobre el escenario, las luces alumbraron una tarima de piedra vacía que poco a poco fue ocupada por todos los integrantes de la banda al ritmo de «Himnostalgia». Pero todo era momentáneo, en cuanto Rayden pisó por primera vez el stage de Nits al Parc, la cosa se puso seria y comenzó a sonar uno de los últimos grandes éxitos que ha publicado: «Dios Odio». Saboreando ese primer tema pudimos comprobar de primera mano que este no iba a ser el típico concierto en versión acústica post-pandemia. El madrileño puso toda la carne en el asador hasta dejar la última gota de sudor sobre la piedra del parque Canyar de les Portelles.
No paraba de moverse en ningún momento. Se sucedían himnos cantados por la plenitud de los asistentes como «Gargantua», «No Hago Rap» o «Pólvora Mojada» y en todo momento podíamos ver la presencia de un rapero que sabía cómo moverse en cada compás de las canciones. Los fotógrafos, situados en las escaleras descendientes del escenario, teníamos la oportunidad de captar esos movimientos pese al impedimento de la dirección lumínica que estropeaba más de una foto. Aun así, se agradece que los artistas hagan también más amena la tarea de los que trabajaban buscando una instantánea que usar como referencia del concierto.
Yo fui a trabajar, pero he de reconocer que también me dejé la garganta en canciones como «Itaboy!», «Habla Bajito» o «Don Creíque». Es indudable que su última etapa es la mejor de su carrera discográfica, por no hablar de que es en la que más contento se le percibe. Y no solo por los logros personales sino porque se le ve rodeado de una banda que son más que compañeros de trabajo, son amigos. Su complicidad con Medi era escandalosa, su comunicación sobre el escenario, sus movimientos acompasados y sus sonrisas cómplices dieron vida a un espectáculo con mayúsculas. Porque había momentos para la risa y otros para reflexionar.

Creo que esta mezcla es lo mejor que puede aportar un concierto en toda su plenitud, una serie de percepciones diversas que calen a la perfección en el oyente final. La melancolía se tornó recuerdo en «Nunca Serás Siempre», entendieron que el momento central del concierto era más íntimo, donde dieron rienda suelta a esos temas que se ven opacados por ritmos explosivos pero generan una unidad compacta en la discografía de Rayden. «No Tengas Miedo», «Solo los Amantes Sobreviven» o «El Gobierno de las Canciones» (para la que no pudo acudir Pabla Sánchez de Ciudad Jara) mantuvieron un listón muy alto que terminó de perfilar una recta final con temas como «Sastre de Sonrisas», «Haciéndonos los Muertos», «Haz de Luz» y «La Mujer Cactus y el Hombre Globo».
Esto se terminaba, todos los sabíamos. Había pasado muy rápido, como si solo hubiese durado un abrir y cerrar de ojos. Artistas como Rayden consiguen que los asistentes a sus conciertos se evadan por un tiempo de los problemas que están pasando fuera del recinto, que no son pocos. La labor social de la cultura es inmensa y, por ello, siempre hay que apoyarla desde arriba. Con la más que conocida «Matemática de la Carne» se despidió un artista que está conquistando allá por donde va gracias a su sonrisa y a su humildad. Creo que es uno de los grandes tesoros que tiene Rayden, y de aquí se deriva el gran feedback que tiene con sus seguidores.
Se hicieron la típica foto protocolaria tras finalizar el concierto, un fan lanzó una gorra que le regresó de vuelta y todos abandonaron escalonadamente el recinto de Mutxamel. Habíamos vivido una noche impresionante, de las que tardan en olvidarse. Tanto el recinto como los dos artistas que actuaron han aportado lo mejor de sí para que los asistentes puedas sentirse como en casa. Con esto, solo me salen palabras positivas y el deseo de que la gente siga apoyando de esta forma la cultura y se mantengan tan responsables en el cumplimiento de la normativa impuesta. Qué bonita es la música incluso cuando el tiempo no acompaña al sentido de la belleza.