Pedro Pastor | Magia en stereo
El cantautor madrileño visitaba la Sala Stereo de Alicante presentando su último trabajo «Vulnerables» descalzo y junto a sus Locos
Volvía Pedro Pastor a Alicante. Cada vez congrega a más gente, a más variedad de público y en diferentes salas. Era la primera vez que un servidor pisaba la Sala Stereo. Tranquila, con sus luces de neón en las paredes y con todo preparado para una noche de música nacida del alma. El último recuerdo que tenía del cantautor en concierto era en el festival Rabolagartija, también con sus Locos Descalzos, y esta vez volvía la intimidad imperante de las pequeñas salas. Se puede hablar de romanticismo, ese amor a las salas que profeso nace de la experiencia, de la preferencia de un ambiente cercano en contraposición al magno caos festivalero.
Venía a presentar su disco más vulnerable y a la vez más valiente, a desnudarse en la melodía de unas canciones hechas para el baile y no para el odio, para gritar contra las injusticias, para reivindicar otro tipo de hombre y para escuchar en cualquier situación, incluso en los días raros y en las soledades. Un disco muy suyo. Como viene siendo habitual en él, autoeditado. “Mi grito” abrió la veda de canciones del álbum. Fue un comienzo frágil, introspectivo, pero que desencadenó un instrumental funk que condujo directamente hacia “Día Raro”. Era la presentación de “Vulnerables” y no podía faltar el reflejo latinoamericano de “Huapango”, con una fiesta que amainó con “Me Falta El Aire”.
El primer tercio del concierto transcurría con toda la normalidad, con la gente entregada cantando sus canciones, móviles captando lo que sus ojos veían y un respetable que esperaba la sorpresa que estaba por subir al escenario. Pero tuvieron que esperar un rato, mientras tanto se sucedían discursos sensatos y con conciencia crítica por parte del hijo de Luis Pastor. Habría tiempo de dar tributo a su padre, pero tras “Amar”, de su pasado “SoloLuna”, era momento de corear “Yo Vengo a Ofrecer Mi Corazón”, la canción del excelentísimo cantautor argentino Fito Páez versionada por voces ilustres como Mercedes Sosa o Soledad Giménez.
Y, en medio de toda esta nube, Pedro interpretaba “El Baile”. Hasta ese instante, una gran burbuja englobaba a todo el público, pero era el momento de explotarla y la canción indicada era “Soledades”. Fiesta, coreos vocales en la parte de viento metal convertida en solo de guitarra y muchas sonrisas. Parecía el góspel de una iglesia negra, todo estaba desatado. Tanto fue así que, tras esta, decidieron interpretar la célebre “La Puerta Abierta” como forma de festín.
Estaban encandilando a los allí presentes. Quiero mencionar con especial dedicatoria a las dos mujeres mayores, situadas a la derecha del escenario, que con su natural desparpajo eran capaces de sobrescribir las frases de Pedro con sus aprobaciones, llegando incluso a dialogar con el propio artista. A esto me refiero cuando hablo de la cercanía de las salas. Continuó con la esperada “Sin Flor”, acabando con la ya acostumbrada reacción coral del público. Le siguieron las delicadas “Hombre” y “Odio”, solo contra el peligro, sin el apoyo de sus locos descalzos, antes de llegar al recuerdo de “Mariana”. Y volvió la vulnerabilidad con “Desnudémonos”, tema que abrió su concierto de Villena, y “Bailando”. En ese momento, la sala entera se puso a danzar como si nada importase, sin movimientos definidos y con empoderamiento. También bailaba, tras una cinta roja que separaba la salida de emergencia de la sala, un poeta carismático pero risueño.
Era el momento de la sorpresa del día con la aparición de Suso Sudón, que subió al escenario para interpretar “Solo Los Locos Viven La Libertad” y “Valiente”. Perdieron la cordura y con ellos todos los asistentes. Era una fiesta que estaba llegando a su final y necesitaba ser disfrutada hasta el último instante. Es la primera vez que consigo ver a ambos juntos encima del escenario y agradezco que haya llegado el momento. Show en mayúsculas.
Parecía que todo había acabado, muchos hacían el amago de buscar la salida, pero llegaba el momento de acercarse al público y cantar sin micrófono, desde dentro, “Mariposa de Noviembre”. Momento de libertad, sin censuras, con el apoyo de una percusión que antes no tenían, pero seguían golpeándose el pecho. Magia y arte dándose la mano en un momento para el recuerdo. Podía haberse acabado todo ahí, ser el final más emotivo que jamás vio la música en directo, pero fueron aún más lejos. Pedro Pastor estaba con ganas de más y nos presentó cómo, entre viaje y viaje, le da tiempo a componer material nuevo. En su casa de Rivas se pasa las tardes “Escribiendo la Luna” y, al final, salió un merengue. Aún sin título, dejamos ahí nuestra aportación por si el cantautor quiere hacerse eco de ella.
Bromas fuera, tocaba cerrar los ojos y escuchar “Desaprendiendo”, esa canción tan real como cruda. Alguna lágrima salía como la primera vez que la escuché. Y con los vellos de punta despidió el concierto, no sin antes agradecer a todas las personas que hacían posible su día a día, sus compañeros de vida, de viaje, de infancia. Una oda a su barrio y a la amistad. Al compañerismo. Y cerraba “En Busca y Captura”. Después de este día ya soy inmune a emociones. Toca dar las gracias a Nico Martos, a Álvaro Navarro, a Alan Denis, a Guillermo Alegre y también a su filmaker Lucas Cortondo. Y, por supuesto, a Pedro Pastor.
Y se fueron cantando al alba…
Un comentario en «Pedro Pastor | Magia en stereo»