Pedro Pastor: «Este disco refleja la valentía de sentirse desafinado»
Pedro Pastor (Madrid, 1994) está de estreno con su último trabajo discográfico «Vueltas» (2021), siendo fiel a la autogestión que con trabas y lentitud le ha llevado a un puesto de relevancia dentro de la música de cantautor nacional. Es fiel a sus sentimientos y contrario a buscar atajos que no le aporten bienestar personal. Por cosas como esta, el madrileño es una persona con la que se agradece mucho mantener una conversación. Con cada respuesta suya se aprende algo importante, y por eso no quise malgastar ni un minuto de la llamada telefónica que compartí con él. ¿De qué hablamos? Tienes la conversación íntegra a continuación.
Pregunta: “Vueltas” es tu quinto trabajo discográfico. ¿Qué tiene este disco que no tengan el resto de tus obras?
Respuesta: Con este disco hemos querido emplear por primera vez una estrategia para profesionalizar su presentación. Sobre todo porque es importante, cuando inviertes todo tu tiempo y tu dinero en hacer un disco, que la gente se entere de que ese disquito existe. Si no, estás enfocando mal los parámetros del trabajo. Desde ese lugar creemos que hemos hecho las cosas bien y estamos muy contentos por ello. La gente lo ha escuchado y las críticas son muy positivas, tanto por parte del público como de los periodistas. Hay mucha ilusión por lo que hemos creado y por todo lo que se viene.
P: ¿Qué significado tiene para ti el compendio de los temas que ahí se reúnen?
R: Más que un significado concreto, tienen un denominador común. Los discos son proyectos que recogen un momento vital concreto y creo que ahí reside su magia. Cuando tenga 80 años y piense en momentos vitales, los podré relacionar fácilmente con los discos. No suelo rescatar canciones viejas y los temas que se reúnen en cada trabajo son composiciones que he escrito entre medias de uno y otro. Además, en este caso, también hay otro denominador común: que hablo mucho de la escritura. En este disco hablo mucho de escribir y del viaje, de dar vueltas por el mundo. Creo que todas las canciones que se encuentran aquí reflejan cómo me encuentro actualmente y mis inquietudes.
P: Cada disco da al artista la capacidad de aprender nuevas cosas o indagar nuevos espacios tanto sonoros como de pensamiento. ¿Qué te ha aportado “Vueltas” en tu crecimiento artístico?
R: Creo que haber trabajado en este disco mano a mano con Gustavo Guerrero, tanto en la composición como en la pre-producción y en la grabación, ha sido una masterclass que me ha hecho crecer como artista. Me ha abierto los ojos sobre aspectos de la rítmica de la voz que yo no había tenido en cuenta. Gustavo ha sido muy incisivo en que yo me exija rítmicamente varias cosas, sobre todo en los temas con cariz más caribeño, en los que la voz es un tambor más. Yo, desde mi desconocimiento, venía cantando los ritmos caribeños con holgura, alargando las sílabas, y Gustavo me ha inculcado buscar una rítmica fija en mi voz. Para mí, hacer un disco es como ir a la universidad, da la oportunidad de aprender mucho.
P: ¿Y a nivel personal?
R: A nivel humano ha sido muy bonito grabar este disco. Nos lo hemos pasado muy bien, ha sido todo muy liviano y la banda ha funcionado muy bien energéticamente. Sobre todo creo que grabar tiene mucho que ver con el reto, la superación y la autoexigencia. Tú sabes más o menos hasta dónde llegas pero en cada trabajo buscas dar un poco más de ti y descubres cosas que no conocías. En este disco hemos arriesgado con la grabación de la voz en vivo en algunos temas, cosa que no habíamos hecho antes y nos daba algo de miedo. Es bueno asumirse desafinado, arrítmico por momentos… En general, asumir las carencias o los límites que se tienen y abrazarlos sin enmascararlos a través de programas electrónicos. Esa valentía es lo que se refleja en este disco.
P: ¿Esa valentía buscaba darle al disco más naturalidad?
R: Digamos que actualmente todos los discos se graban con claqueta, por pistas, y eso permite siempre la posibilidad de cuantizar. Lo que eso hace es que puedas colocar los instrumentos para que vayan a un tempo exacto y no oscilen. Eso se hace mucho con las percusiones. Y luego hay otros instrumentos, incluida la voz, que pasan por unos pluggins que te colocan la nota en el parámetro exacto de hercios en el que afinaría. Y es una opción, no la cuestiono, pero creo que la música depende de otros factores que no son la perfección ni la matemática. Son la emoción, la verdad, la belleza… Y nosotros hemos hecho esa búsqueda de lo puro para respetarnos y respetar lo que podemos hacer.
P: Cuando escuché el primer sencillo se apreció ese brillo de la grabación en directo, cuestión que se confirmó con el resto de canciones que componen el disco. ¿Qué aporta esta forma de grabación para tomarla como un factor necesario para el álbum?
R: No te puedo decir cuál es su valor pero te puedo dar un dato: Hemos grabado con la voz en vivo «Vueltas», «Los Olvidados» y «Quererte». Y resulta que son tres de las cinco canciones favoritas del disco de casi todo el mundo. De por sí son buenas canciones pero esto hace que destaquen aún más sobre las demás. Grabar la voz en vivo acerca al oyente a que se emocione.
P: Precisamente emoción y “Los Olvidados” van de la mano.
R: Exacto. Es una canción que, más allá de lo que dice y de la armonía que tiene, con una melodía popera que es interesante y pegadiza, cobra su importancia con una grabación así. La letra está construida desde un lugar muy sano pero es profunda, y para mucha gente muy necesaria. Pero si tú la llevas al estudio y la grabas por pistas no consigues el mismo efecto en el receptor. Posiblemente no consigas que la gente llore al escucharla. El hecho de grabarla en vivo acerca al oyente la historia, la narrativa. Somos cuatro personas en un estudio que están transmitiendo un momento concreto de la historia y que durante tres minutos y medio nos hemos puesto absolutamente de acuerdo y hemos grabado lo que tú estás escuchando. Eso se queda registrado en la grabación con ese brillo y esa magia.
P: ¿Cómo fue para ti componer un tema con esta importancia histórica y social?
R: Cuando compuse «Los Olvidados» estaba en este, mi cuarto, desde el que ahora te hablo. Era una canción que siempre había querido componer pero las canciones llegan cuando tienen que llegar. Y la canción salió de una forma muy orgánica. No me acuerdo muy bien cómo me sentí cuando la compuse, lo que sí sé es que en esos días tenía la sensación de que había escrito una canción valiosa. Estas cosas pasan pocas veces: componer y ver que ese tema tiene un valor excepcional, distinto al resto de la obra que compones. Pero cuando uno hace una canción así de una verdad, en un suspiro, luego es interesante limar sus aristas para que quede una canción redonda. Hay muchas canciones en la historia de la música, infinitas, y es muy difícil componer temas que pasen a ser parte de la vida de la gente.
P: También debe de haber sido difícil dejar atrás la primera persona para hablar por terceros.
R: Cuesta mucho dar en el clavo cuando quieres hablar por muchas personas a la vez. Es muy fácil caer en lo manido, en lo que ya se ha repetido mil veces. Hay que evadir lo superficial para evitar tratar un tema así de forma muy genérica. Es complicado, en sí, buscar algo profundo y a la vez universal. Para que sea algo de muchas personas a la vez, tiene que ocupar un lenguaje que todas esas personas entiendan y se sientan identificadas. Por esto, muchas veces las canciones más universales son las que hablan desde la primera persona o desde el singular. A todos nos igualan historias vividas similares. Pero lo difícil es hacerlo desde el plural, hablando de forma más generalizada.
P: Ahí reside parte de la dificultad del proceso compositivo.
R: Creo que las canciones ya están escritas en algún lugar. Nosotros elegimos las palabras y la armonía, pero los artistas únicamente somos un canal. Gracias a la capacidad que tenemos de generar contenido artístico, canalizamos cosas que nos suceden y suceden a nuestro alrededor plasmándolas en una pieza artística, en nuestra obra. Pero hay algo divino, a mi modo de entender, en la composición y somos solo un canal de transformación de lo etéreo a lo concreto.
P: ¿Es el artista un simple reflejo de la naturaleza?
R: En parte sí y creo que hay que dejar de idolatrar al artista. El artista está tomando herramientas de la sociedad y de la naturaleza para hacerlas canción. Pero la canción ya estaba ahí, solo había que recogerla.
P: Este discurso parece destinado a quitarte mérito o valor.
R: Juan, te voy a dar otro detalle. En este mundo en el que vivimos, es posible que esta canción ya se haya compuesto y no nos hayamos enterado. No esta canción exactamente sino una parecida que trate de lo mismo y que sea igual de emotiva. No creo que haya que restarle valor al artista sino que hay que ser conscientes de que el artista es un ser humano normal y corriente con la capacidad de recoger las cosas que presencia y hacerlas obra artística. Dentro de las personas que tienen esa capacidad, hay unas pocas que tenemos foco y llegamos a un número de personas. Por eso creo que hay que dignificar el arte pero dejar de idolatrarlo. Es la búsqueda por democratizarlo, asumiendo que hay muchas artistas más allá de las que tienen ese foco y hay que poner su obra en la misma consideración.
P: ¿Se idolatra por encima de lo debido?
R: Absolutamente. Y yo lo vivo desde el otro lugar, yo idolatro a los artistas que admiro y si tengo la suerte de ser músico y de encontrarme con alguno de esos artistas me muero del susto nada más que por decirles «hola». Como si fueran seres divinos o mitológicos. Se les trata como deidades. Eso creo que nos pasa a casi todos y es una trampa que no le hace bien a ninguna de las dos partes.
P: ¿Por qué?
R: No le hace bien al admirador porque posiblemente se lleve una decepción cuando conozca a su admirado, y tampoco le hace bien al idolatrado porque le coloca en un lugar absurdamente patológico a nivel social. Hay una inmensa distancia entre lo que tú eres y lo que la gente cree que eres que seguramente te pueda acarrear algún trauma. O incluso te puede llevar a la soberbia, que es una de las peores cualidades que puede llegar a tener el ser humano.
P: Sigo profundizando en tu disco y llega el turno de hablar de “Isla”, donde tenemos la esperada colaboración con tu tío Pedro Guerra. ¿Por qué habéis querido esperar hasta ahora?
R: No hemos querido esperar nada, ha salido ahora porque así se ha dado. Sin entrar en temas personales, no hemos tenido la posibilidad o el deseo mutuo de haberlo hecho antes. Las cosas surgen a su debido tiempo y estoy inmensamente feliz de haber grabado con Pedro porque además de familiar soy admirador suyo. Incluso he llegado a hacerle tributos cuando era adolescente (risas). Cuando compuse esta canción ya me lo imaginé. Grabé mi parte a guitarra y voz en el estudio, con un solo micrófono, y cuando se me ocurrió invitar a Pedro hubo problemas porque, al haber una sola pista, no podía quitar mi voz y tuvo que cantar encima (risas). Y la magia hizo que fuese bonito que me tuviese que doblar la voz.
P: ¿Por qué tuviste claro que tenía que ser esta y no otra canción la que compartieses con él?
R: Tenía mucho sentido grabarla con él porque la canción tiene algo de Pedro en la armonía y en la poesía. Y luego hay un denominador común clarísimo que es la insularidad de ambos. Él nació en Tenerife y yo soy hijo, nieto y bisnieto de canarios y canarias. Y creo que tenía todo el sentido del mundo que fuese este tema.
P: ¿Qué se te pasó por la cabeza al oír por primera vez esa pieza grabada a dos voces?
R: Me emocioné mucho, la verdad. Además, me di cuenta que nuestras voces se amoldan muy bien. No siempre que cantas con timbres distintos al tuyo consigues que las voces se acompañen. Ahí hay constancia de que sí, nuestras voces están hechas para poder estar la una con la otra.
P: ¿Habría sido un error forzar esta colaboración en un momento equivocado?
R: Creo que es un error forzar cualquier colaboración. Cada vez más colaboramos por interés cuando, para mí, una de las cosas más hermosas que hay es compartir ese lenguaje musical con otros. Compartir música con otra persona es un acto de generosidad mutua, de acompañamiento y de abrigo.
P: Es como abrirle la puerta de tu casa.
R: Exacto. Como decirle «entra y coloca tú los muebles». Y esa persona sabe de interiorismo (risas).
P: ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza, al menos en tus inicios, forzar algún tipo de colaboración con algún artista al que admirases?
R: Jamás. Fíjate que ni me pasó antes, ni creo que me pase nunca. Tengo el privilegio de ser el hijo de Luis (Pastor) y de Lourdes (Guerra), he estado desde muy pequeño rodeado de personas con mucho talento, y siempre hubiese tenido abierta esa puerta para aprovecharme y hacer que mi obra llegase a más gente. Pero siempre he tenido claro que quería construir mi carrera sin buscar conseguir el éxito desde el atajo.
P: De no tener la familia de músicos que tienes, ¿crees que tu vida seguiría anclada a la música?
R: Eso no lo vamos a poder saber nunca porque es la familia que tengo. Pero lo que sí sé es que soy un ser musical desde que soy muy pequeñito, sé que he aprendido muchísimo de mis padres y que gracias a ellos he tenido la música siempre a mano. Supongo que mi destino es ser músico y siempre lo ha sido. ¿Pero quién sabe si hubiese nacido en otro seno familiar y no hubiese conocido la música hasta mucho más tarde?
P: En “Aquí Nadie Sueña” hablas de expectativas, de metas y de sueños. ¿En qué sueña Pedro Pastor? ¿Cuál es su aspiración?
R: Depende del día (risas). Yo soy una persona muy ambiciosa y sacrificada por las cosas que quiero conseguir. Hay días que me despierto queriendo tener una carrera exitosa y otros en los que pienso en mandarlo todo al carajo e irme a viajar por el mundo sin guitarra ni calendarios. Pero bueno, generalmente mi pensamiento aspiracional está puesto en que nos vaya algo mejor para poder trabajar menos y vivir holgadamente.
P: Muchas personas relacionadas con la música coincidís en haber tenido ganas de dejar el oficio de lado. ¿La música cansa?
R: Es un oficio muy difícil en el que es complicado separar el trabajo del ocio. Al final no sabes cómo separar ambas cosas y acabas trabajando muchas más horas al día de lo que un ser humano debería trabajar. Es sacrificado, pero no nos vamos a engañar, tiene su lado hermoso. Tampoco me puedo quejar porque realmente soy un privilegiado que tiene la oportunidad de trabajar en un sector que no se puede comparar con otros espacios laborales. Pero agota mentalmente, es algo en lo que coincidimos muchos compadres de la música y llevo tiempo pensando en dejarla durante uno o dos años. Pero no me atrevo, me da miedo irme un año y que la gente se olvide de mí. A uno le cuesta tanto generar todo esto de forma autogestionada que asusta sentir que se pueda desmoronar todo mientras no estés.
P: A pesar del gran aumento de popularidad que vuelve a tener la música de cantautor, hay un factor clave que sigue faltando: el mediático. Sin ir más lejos, cuando más poder mediático tuviste fue en la polémica con la censura elaborada por el Ayuntamiento de Madrid en las fiestas de Aravaca. ¿Qué opinas de que los mayores focos de exposición lleguen con polémicas en lugar de con música?
R: Es el tiempo que nos ha tocado vivir. Los medios de comunicación son un sistema muy podrido y amarillista. El rol de los medios en nuestro país no es el de informar al pueblo, son una herramienta del poder para controlar a las masas. Hay bombardeo de información muy sesgada y repiten mucho las mismas premisas hasta que la gente las acaba interiorizando. Es normal que al final los medios acaben interesándose por el mundo de la cultura a través de las polémicas. El circo político les interesa y les mantiene ocupados con el foco donde no deberían tenerlo. Les parece fácil crear eso en lugar de ofrecernos herramientas para que generemos pensamiento crítico.
P: La música de cantautor es una plataforma que expone los problemas de la sociedad y ayuda a generar este pensamiento crítico. ¿Cómo valora un cantautor como tú el tiempo que nos está tocando vivir?
R: Vivimos en una época muy rara y convulsa. Vamos todos corriendo como pollos sin cabeza sin tener claro el destino. Todos nos sentimos incomprendidos y volcamos nuestro odio sobre personas ajenas que nada tienen que ver con nuestro odio. Pero claro, es un sistema que funciona perfectamente desde ese lugar. Nos matamos a trabajar y no nos llega el dinero para hacer las cosas que queremos, cosa que produce rabia. Y la rabia la acabamos volcando sobre quien no deberíamos. Al final es un engranaje en el que todo lo humano y lo sensible pasa a un segundo plano. En el primer plano sobresale el individuo tratando de sobrevivir a costa de los demás, queriendo pasar por encima del resto.
P: ¿Dónde reside la esperanza?
R: Es un momento convulso a nivel de conquistas sociales, a nivel artístico… Pero hay muchas personas que reman en dirección contraria a los grandes intereses del mercado. Yo creo que desde ahí hay esperanza y nunca va a dejar de haber.
P: Pero la esperanza se mezcla con un pesimismo social generalizado.
R: Actualmente hay muchas personas en nuestro país que viven muy precariamente. Si existe un derecho fundamental de tener un trabajo digno que te dé acceso a tener una vivienda y unos servicios básicos y está mermado, todos los cimientos que se vayan a construir a partir de esa base van a ser muy difíciles de sostener. Es normal que la gente esté muy negativa, estamos viviendo con una precariedad disfrazada de libertades. Ese es el problema de cuando el capitalismo deja de tener un sistema socioeconómico que le dispute. El capitalismo se desenmascara porque ya no tiene que demostrarle a nadie lo bueno que es porque no hay otro que le compita desde hace treinta y cinco años.
Vivimos en un mundo donde un porcentaje ínfimo de la sociedad acumula casi el porcentaje total de la riqueza y de las material primas. Desde esa desigualdad absoluta es muy difícil que cada individuo encuentre su sitio, su paz, su círculo… Somos miles de millones de seres descarriados en el mundo trabajando para una máquina que luego no nos va a dar recompensas. La rueda gira y nosotros no salimos nunca de ella. Somos los hámsters dentro de la rueda. Por eso es muy difícil que la gente sea positiva.
P: Tras una pandemia que ha dejado la música en un segundo plano, vemos cómo los conciertos en directo vuelven progresivamente. ¿Qué sientes al volver a ver una gira tan extensa como la que tienes preparada?
R: Pues es muy curioso porque hacía ya unos años que cuando tenía tanto trabajo estaba agobiado, buscando el fin de semana que tuviese libre para poder escaparme. Y ahora es al contrario, solo tenemos ganas de salir y de recorrernos todo el país tocando. Lo comentaba en el ensayo con Los Locos Descalzos, todos estamos muy emocionados aunque nunca se sabe cuánto durará esta alegría. Llegará un momento en el que tanto rendimiento seguido acabará cansándonos. Parece absurdo porque ahora que tenemos una gira larga parece que estamos tocando el cielo cuando hace año y medio ya la teníamos y no la valorábamos igual.
P: Para más inri, el disco se ha colado en su primera semana en la lista de los más vendidos. ¿Cuál ha sido tu reacción al ver esta noticia?
R: Me he puesto muy contento, la verdad. El disco ha entrado en el puesto #27 de los más vendidos físicamente, pero el portal de listas de venta hace unos años que fusionó lo digital con lo físico. Entonces, todo el género urbano de Centroamérica entra también en esta lista de ventas, mientras que anteriormente quedaba relegado. Entonces, entrar en este puesto en nuestra primera semana me parece una auténtica locura.
P: Y eso siendo un producto autogestionado.
R: Exacto. Y a nivel general, sumando físico y digital, estamos en el #69 que puede parecer algo que no es para tanto pero sí lo es, porque del puesto #50 al #100 somos el único disco que no es de ninguna gran compañía discográfica. A la hora de generar oyentes, que muchos vienen por la publicidad que te dan las grandes compañías, estar en este puesto es muy positivo. La autogestión es un trabajo muy lento y comenzar a recoger frutos aunque sea de esta manera es absolutamente ilusionante. Nos colamos ahí por las grietecillas que tiene la industria y estamos rodeados de gigantes con nuestra historia 100% autogestiva.