Nativa | Dosis de esperanza para un mundo enfermo
Awakate fueron los encargados de abrir el concierto de los valencianos
Era un día de fiesta. Todo se veía venir cuando las litronas de cerveza invadían el acceso a la sala. La gente se preparaba para lo que iba a pasar ese día en San Vicent del Raspeig con el comienzo de gira 2020 de Nativa. Sin embargo, para la actuación de estos abría que esperar pues, tras la apertura de puertas a las 20, salió al escenario el primer grupo de la noche, los teloneros Awakate. Hasta ese momento, desconocía la existencia de esta formación, pero al acabar el concierto tuve claro que se merecían todo lo bueno dentro de la industria.
Eran alrededor de las 21 cuando la banda fusión murciana saltó al escenario dispuesta a hacer bailar a los allí presentes. Lo que más llamó la atención de primeras fue la ardua legión de seguidores que los acompañaron hasta Alicante. Después, fue el desparpajo sinvergüenza que derrochan. Eran una mezcla de electrónica, reggae y buen sentido del humor. Al fin y al cabo, eso es lo esencial para una banda de su estilo. No faltaron los bailes del público ni los de la banda, que demostró que unos tenían más desparpajo que otros. Aunque, todo sea dicho, no quedó ninguno sin bailar.
El sonido no fue el mejor durante toda la noche, los bajos escondían las voces de los cantantes de ambos equipos y no dejaban escuchar con claridad las canciones, pero era lo de menos. En cuanto comenzaron a interpretar “Suave”, la gente olvidó los problemas y se pusieron a bailar y cantar como si nada importase. También pudimos disfrutar de otras composiciones como “Lo Que Das”, el tema de Calle 13 “Baile de los Pobres” o “Las Callás”. Los hijos de la lluvia dejaron el listón muy alto y un gran recuerdo en la mente de los allí presentes. Además, su vocalista Fran Sánchez se animó a interpretar la dura e inigualable “La Llorona”.
Fue un gran descubrimiento y ya tengo el EP de Awakate en mi lista de reproducción personal de Spotify. Esperamos lo mejor para esta banda formada por el productor Jim Morrisound, Joaquín Max Power al bajo, los voceras Nando y Fran, el guitarrista Juan Muguruza y la gran Nadya Taifi al trombón. Tras haber bailado, saltado, cantado y disfrutado de sus visuales psicodélicas solo quedaba desearles una cosa: salud, perreo y rebeldía.
Y lo que todo el mundo estaba deseando era ver el nuevo proyecto de la mitad de los integrantes de La Raíz: Nativa. La afluencia del público era moderada, no llegó a colgarse el cartel de entradas vendidas pero el número era bastante optimista. Lo que sí se elevó fue la cantidad de cerveza que se estaba vendiendo. Los minis circulaban con una rapidez fuera de lo normal, cuestión que reflejaba la diversidad con el anterior concierto que hicieron en la sala, donde todos eran menores de edad. Se apagaron luces y comenzó a sonar la intro. No hicieron esperar mucho a los asistentes y salieron a darlo todo los seis componentes de este nuevo proyecto.
Arrancaban fuerte con “Balas de Cristal”, una muestra de sus intenciones. Poner al público en pie era su cometido, y lo consiguieron con creces en los primeros compases del concierto. El problema era que seguía la potencia de los bajos muy elevada y hacía difícil la escucha de las voces de Sen-k y Julio Maloa. No obstante, allí lo único que preocupaba era bailar y pasarlo bien, dos cosas obligatorias – y garantizadas – en un concierto de Nativa. Si algo tiene esta banda es dinamismo sobre el escenario y canciones con estribillos pegadizos. Por ello, cuando sonaba “Nadie”, absolutamente toda la sala cantaba sin error la canción.
En apenas meses de vida, han conseguido subir a su carro a seguidores de La Raíz y gente nueva (me viene a la mente una niña pequeña que estaba con sus padres en primera fila saltando y gritando en la parte izquierda del escenario). Son estampas que a uno siempre le sacan una sonrisa y que le hace recuperar la fe en una sociedad cada vez más sumida en los valores capitalistas que nos imponen, cuestión que entra de lleno en el mundo musical.
Una de las cosas más evidentes de un grupo que tiene tan solo un disco, es que el concierto no puede extenderse mucho más de esas canciones. Sin embargo, aparte de interpretar temas como “Aquellas Noites”, “Animal” o “No Veo” con un final con sonido drum and bass; tienen tiempo para innovar y sorprender a los allí presentes. En esta ocasión, se acordaron de unos compañeros de profesión como son los uruguayos La Vela Puerca para interpretar su canción más internacional. “Zafar”. Estos detalles son los que marcan la diferencia en este tipo de conciertos y se agradece muchos estas pequeñas sorpresas que se salen de lo preestablecido.
A continuación, hubo tiempo para interpretar “Cuentan” y volver con otra píldora especial, esta vez más razonable como era “Noches en Babylon”. El público se volvió loco en ese entonces. Es lo que ha conseguido La Raíz, unir a toda una generación adolescente al ritmo de canciones contestatarias que lejos de marginar, unía a sus oyentes. Y aún está presente ese espíritu cada vez que se escucha un tema suyo, sea interpretado por Nativa o simplemente por su reproducción. La escena perdió un símbolo de unidad al que todos veneraban, pero surgieron nuevos proyectos que han permitido seguir manteniendo viva esa llama.
Me estoy poniendo intenso y aún falta una canción para eso. Primero, entre medias, interpretaron “Mi Jaula”, una de las mejores composiciones de su disco homónimo. Y después sí que llegaba el momento de rebajar las revoluciones y sentarse en sillas como si de un showcase se tratara para cantar “Miss Fantasía”. Nadie se quería quedar sin cantar, Xavi Banyuls se colocó en el centro del escenario, Adri Faus cogió la guitarra acústica y el público puso los pulmones. Un instante que cambió el transcurso de todo el concierto. Parecía marcar el camino hacia la fase final del concierto.
Pero aún quedaba la traca final. Los temas más queridos por los fans iban a sucederse uno por uno. Tras una introducción con Julio como protagonista, entre luces blancas que le resaltaban, comenzó “Mundo Enfermo”. Locura total que no cesó, pues acto seguido llegó “Lluvia de Abril”. Saltos, caras de felicidad, gritos… todo era una situación utópica que todos los grupos desean pero que muy pocos consiguen. Y Nativa es uno de ellos.
Era una adrenalina que obligó a varios fotógrafos a dejar la cámara de lado para cantar e incluso alguno se quedó alguna púa. Las dos últimas canciones todo el mundo sabía cuáles iban a ser, por lo que decidieron despedir por todo lo alto su actuación en Sant Vicent del Raspeig con “El Domador” y “Rua Na Selva”. La primera con una electrónica muy al estilo de ZOO, y la segunda con una mezcla entre tribal y robótica. Con esa explosividad finalizaba el evento.
Siempre sentiré admiración por los artistas que se lo curran de verdad y que siempre consiguen sacar una sonrisa al respetable, e incluso a ellos mismos. A malos tiempos siempre hay que aferrarse a cosas positivas, ¿y qué mejor que la música para agarrarse? Fue un día algo caótico, pero mereció la pena. Tengo que decir “de nada” a todas esas personas a las que les conseguí una púa de Adri o Edu y fui el único tonto que al final no se llevó ninguna a casa. Fuera bromas, les deseo lo mejor en este nuevo camino, y espero que nos volvamos a encontrar más pronto que tarde.
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