Mala Rodríguez | Viaje utópico a siempre jamás

Mala Rodríguez | Viaje utópico a siempre jamás

Hacía mucho tiempo que no asistía a un concierto y estaba nervioso. Tanto que, fruto de la emoción, miré mal el horario del transporte público y eso originó que llegase con la hora justa al recinto. Bueno, voy a seros sincero: llegué tarde. Afortunadamente, en un gesto de solidaridad de la Mala Rodríguez, decidió retrasar lo justo su actuación hasta que yo apareciera por allí o al menos quiero pensar que así fue.

Qué bonita es Alicante. Qué recuerdos del pasado ciclo Noches Mediterráneas que la misma promotora divulgó en el Puerto para dotar a Alicante del contenido cultural que se merece en medio de un panorama desolador. Precisamente, la cultura motivó que miles de personas, con su separación correspondiente y sus medidas de higiene obligatorias, disfrutasen de sus artistas favoritos en una intención clara de ayudar a olvidar todos nuestros problemas cotidianos aunque fuera durante unas horas. Por allí pasaron rostros como Rayden, El Kanka, Izal o Ara Malikian; nombres de un nivel estratosférico que dieron todo en sus actuaciones y que las acomodaron a un show distinto en el que los asistentes disfrutaban desde sus asientos y con sus mascarillas reglamentarias.

Y con la ilusión de un niño el día de Navidad, me preparaba para ver un evento que, de seguro, no iba a dejar indiferente a nadie. Todo el mundo conocemos a la Mala Rodríguez. Ella es una reina. Diva imposible de destronar del panorama del hip hop durante años. Y para colmo, venía presentando un espectáculo acústico donde repasaría íntegramente el álbum que le curtió como artista. El vigésimo aniversario de Lujo Ibérico, con una pandemia mundial por medio, trajo consigo una actuación histórica. La Mala, con un vestido largo que le dotaba de un aspecto lujoso pero desenfadado (al igual que el álbum), pisaba fuerte el escenario con una seguridad que solo tienen las más grandes.

No había que esperar una puesta en escena arrolladora. Era un unplugged a la hora del vermú, no podemos pedirle peras al olmo ni el cielo al diablo. Simplemente podíamos disfrutar, a las 12:30, de un concierto marcado por auténticos temazos y por el desparpajo gaditano de la Mala. A su lado, la acompañaba una multinstrumentista que hacía uso de la guitarra y la flauta travesera como si de un beat se tratase, la gran Mari León. Y esas dos mujeres, sobre dos sillas encima del escenario, fueron suficiente para tener al público en vilo durante una hora de concierto (más bises finales).

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Mari León | Foto: Juan Fernández

Estábamos los fotógrafos dentro del foso cuando comenzó a interpretar «Especias y Especies» y pudimos cantar «solo hay cabrones y cobardes» sin pudor a que pudiesen intuir que lo hacíamos. Las habilidades alternativas de la mascarilla son incalculables. A nivel fotográfico no se podía hacer gran cosa, no hay espectacularidad en dos personas sentadas más allá de los movimientos que puedan hacer con los brazos. No obstante, estar en ese espacio tras meses sin asistir a un solo concierto ponía los pelos de punta.

Iba apuntando los temas que interpretaba viendo que no seguía el orden original del disco, cosa que se agradece para favorecer la incertidumbre del público. «No Van» y «Tambalea» fueron cantadas por una parte considerable de los allí presentes, pero la locura llegó cuando pidió un payaso por el público que la insultase. Pero nadie lo hizo. Hombres mudos antes que ciegos, decidieron achantarse ante la propuesta de la artista, que decidió iniciar el tema «Tengo un Trato» obligando a los espectadores a sacar sus móviles de los bolsillos.

Se levantó de su asiento, miró al público e interpretó a capella un trozo de la canción junto al griterío común. Esa canción es historia viva de la música española y, como tal, toda expectación es poca. Mientras, los fotógrafos nos tuvimos que colocar en la zona más atrasada del recinto, donde aún quedaban sillas de plástico por ocupar, para seguir disfrutando del resto del concierto bajo un sol abrasador que restaba puntos a la velada.

Pero fue lo único que le quitó grandilocuencia. Ya no importaba que fuese acústico o no, que fuese de día o de noche, que la Mala estuviera sentada o de pie… Lo único que importaba era que estábamos viviendo un nuevo espectáculo en directo después de mucho tiempo, como una burbuja de utopía en medio de un vendaval. Y nos lo estábamos pasando de maravilla. La Mala también, que tuvo tiempo hasta para saludar a los curiosos que se encontraban fuera del recinto aunque recriminándoles, eso sí, que no estuviesen junto al resto de los asistentes. Ellos iban dirección a la otra zona que habilita el magno recinto de Muelle 12, preparado para tomar algo en compañía de amigos y de comer a precio bastante económico.

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Mala Rodríguez | Foto: Juan Fernández

Entre medias, aprovechaba para comentar cosas como la curiosidad de no saber que estaba componiendo un tema de sexo anal hasta que vio terminada «En Mi Ciudad Hace Caló» debido a, posiblemente, la química inherente entre Kase.O y ella. El show seguía y había que finiquitar Lujo Ibérico con tres de sus canciones más apoteósicas que se sucedieron simultáneamente. «La Cocinera», «Con Los Ojos de Engañá» y «Yo Marco El Minuto» puso a cantar al respetable, cosa que agradecía hasta la saciedad la jerezana.

Fue tan agradecida que decidió poner a petición del público qué canción querían que cantase a continuación. Hizo gala del «tengo lo que tu quieres» cuando, en vez de recibir estímulos unísonos con «Quién Manda», hubo una heterogeneidad de peticiones entre las que reinó una en concreto: «La Niña». Claro, no estaba ensayada con su compañera ni tenían la pista por ahí (cuestión que hubiese acabado con la versión unplugged del concierto). Pero lejos de echarse atrás, la artista cogió las riendas y decidió lanzarse a capella para contentar a los que habían pedido tremendo temazo.

"Por ser mujer llevaba pistola
Ya sabes, pa' no sentirse sola
A nadie le gusta que le jodan
Siempre, tú tienes que pensar dos veces
¿Quién se come la mierda cuando aparece?
Si sales de allí es porque tienes suerte
Pa' otra vez tendré más cuidao' mamá, iré con gente"

Alguna que otra vez pidió bajar con la gente, también que subiese alguien a cantar con ella… Pero claro, es petición trampa con el coronavirus por medio. Reclamos algo populistas para recibir el apoyo del público y pa’lante con la siguiente. Y teniendo en cuenta que ya llegábamos al final de la hora de concierto estipulada, era turno de la canción que más gritos suscitó ese día: «Quién Manda». Echaba de menos el ambiente festivo atronador, esa sensación de estar viviendo algo único y especial. Un ambiente colectivo que privó a todos de su estancamiento de relativa tranquilidad y los convirtió en auténticas hienas con sed de música.

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Mala Rodríguez | Foto: Juan Fernández

Echaba de menos esta sensación que fue calmándose con la última canción de la noche, «Contigo», y dio paso a los famosos gritos de «otra, otra». Antes los odiaba, ahora los busco. Ese picorcito interno al oír el clamor alicantino me recordó que había vuelto la cultura en directo a la ciudad, de la forma más segura y concienciadora, y con intención de mantenerse durante muchos meses. A lo mejor era un espejismo fruto de la efervescencia, pero no, era ella en carne y hueso regresando a su asiento para interpretar el final de Lujo Ibérico con «A Jierro» y «El Gallo».

Ningún reproche a Mala Rodríguez. Un concierto a la altura de las expectativas, bastante altas, de volver a ver una actuación en directo. Pero no soy imparcial, es que la Mala me tiene ganado desde hace tiempo. Artistas así que aun reinventándose siguen partiéndolo con todo lo que hacen, merecen todos mis respetos. Pisa fuerte el escenario, mira desafiante al público y hace música que es canela fina. Ojalá no volver a vivir en una sociedad sumida en una pandemia. Ojalá se pueda disfrutar de la utopía cultural por siempre jamás. Ojalá todo esto haya sido un sueño. Por muchos años más de disfrutarla al máximo nivel. Olé la Mala María.

Juan Fernández

Codirector en busca de un estilo claro. Del hip-hop al rock y tiro porque me toca.

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