La Clika Pika | De las asambleas a los escenarios
La reivindicación social les corre por las venas. Es lo primero que uno siente cuando escucha su primer trabajo discográfico «Katarsis» (2021). La Clika Pika busca ese hueco en la escena para hacerse notar y su estilo es bien claro: letras con barras desgarradoras que no dejan de lado el aspecto más musical de sus composiciones. Y es que todas son piezas fundamentales de este grupo de rap formado y curtido en micros abiertos y centros sociales de varias zonas del país. Ellas son cuatro MCs, Malet, Oli, la Grieta y Cicuta; a las que acompaña Juliana como DJ y Tole (guitarrista de KeTeKalles) a la producción.
Pero cuando descubres a un grupo, quieres que sean ellas mismas las que te cuenten cosas sobre el proyecto así que yo, con disco en mano, tuve la oportunidad de charlar larga y tendidamente sobre cómo surgió este colectivo musical y en qué punto de su carrera están actualmente: «El grupo nació en un taller autogestionado y eso, de una u otra forma, nos ha permitido hacer una de las cosas que queríamos desde el principio, utilizar y reconectar el rap con la reivindicación social y con dar un mensaje claro«.
Sus intenciones, pues, parecen no ir acordes con el rap más mediático que se está moviendo entre la gente joven: «Quizás eso se va perdiendo a medida que el rap se convierte en algo más mainstream. Al llegar a más gente, se necesita aligerar el mensaje para que sea más fácil de escuchar«, dicen tras la línea telefónica. «Pero nosotras somos todo lo contrario. Igual incluso demasiado«. Se oyen risas y entiendo que va a ser una charla muy amena, como un coloquio entre varias personas que tienen la intención de contar cómo se intenta escalar en la escena y otra persona, un servidor, que quiere aprender más y más.
«Crear La Clika Pika surgió de manera orgánica, sin ninguna pretensión. Entre unas cuantas montamos un taller autogestionado de rap para autoformarnos. Nos íbamos engorilando y montando algún micro abierto de vez en cuando, y llegó un momento en el que teníamos ganas de ensayar y nos convertimos en una especie de crew. Después de eso, ya desde hace un par de añitos, nos apetecía ser un grupo y tener temas conjuntas«. Las denominaciones no siembre suelen ser del agrado de las artistas. La percepción desde fuera puede ser diferente respecto a la identidad del colectivo. A la pregunta de si siguen viéndose como una crew, responden lo siguiente: «Sentimos que la gente nos percibe así, como una crew, pero ahora mismo somos un grupo como cualquier otro«.
Estigmas y precariedad
Dentro del rap, el estigma infundado en los colectivos que se mueven por asambleas o casals populars es algo que está muy presente. Sin embargo, para ellas, el estigma viene por otro lado: «Nuestra particularidad es que somos todas raperas y eso sí que nos ha podido etiquetar de alguna forma. Se nos ha podido estigmatizar, por ejemplo, para rellenar el cupo de un grupo de mujeres en un evento. Es algo que puede ser positivo y negativo a la vez. Aun así hemos sabido tantear de alguna forma dónde queríamos estar, incluso hemos llegado a sentir que nos estaban utilizando para dar visibilidad a las mujeres una vez al año«.
A esto se le suma una realidad más que latente en proyectos de escala underground: la precariedad. «En el día a día es complicado trabajar como colectivo desde el lado de la precariedad en que vivimos. Priorizamos este proyecto, pero es súper difícil sin un sello detrás. Es complicado pero, a su vez, es también algo de lo que nos sentimos orgullosas«. El mundo de la autogestión es muy complicado para las personas que no tienen la música como sustento económico. Cuando se tienen que autogestionar su propio disco, se torna muy complicado promocionarlo, conseguir actuaciones y darle toda la atmósfera que conlleva tener un álbum. «Sí que es cierto que internet y las redes sociales han facilitado el acceso a poder subir tu propia música y que la gente lo escuche, pero igualmente es complejo. Una vez que te ves tú misma teniendo que promocionar tu música, te das cuenta de que hay barreras si no tienes los contactos necesarios o el dinero suficiente».
Poco a poco, desde la precariedad, han ido dando pequeños pasos en la industria, haciendo notar su nombre por donde podían y llegando a sacar alguna que otra maqueta. «Cuando se generó la crew, grabamos una maqueta que era un recopilatorio de todos los temas que habían surgido durante los talleres de autogestión. Eran canciones más individuales o personales contando experiencias propias y se llama «Más que rap». Digamos que es un recopilatorio de todas las personas que estábamos y estuvieron, porque hay gente que participa en la maqueta que actualmente ya no forma parte de La Clika Pika«.
Y a pesar de los baches, han seguido dando pasos hacia adelante hasta el punto de lanzar un disco de 12 canciones con una calidad muy buena, algo que refleja las habilidades conseguidas durante todos estos años. «Fue surgiendo sobre la marcha, aunque luego llegó la pandemia y fue muy mal momento para sacar un disco estratégicamente hablando. También hemos de decir que, a la vez, era como un reto, una motivación. Teníamos muchas ganas de hacer un proceso creativo colectivo y aquí está el resultado«.
Katarsis, mucho más que un disco
La portada la conforma una ilustración de seis mujeres abrazadas tras una llama. La hermandad de estas artistas rebosa fuerza nada más ves la conceptualidad que le ha dado al álbum la artista galletamaría. Son 12 cortes de sonidos muy variados pero con una intención clara de reflejar letras de conciencia sobre un sonido que ha pasado por las manos del productor Dive Dibosso. «Más allá del mensaje que creemos que tenemos que decir, una de nuestras principales intenciones era que sonase bien«. Continúan: «Veníamos un poco escarmentadas de la maqueta anterior puesto que, entre que éramos novatas y no teníamos medios, no terminó de sonar como nos hubiese gustado. Y claro, queríamos presentar algo que sonara bien sólido, y creo que lo hemos conseguido«.
Precisamente “Katarsis” es un ejemplo de que un trabajo puede tener un buen sonido producido por las propias artistas. Pero, ¿solo el sonido es suficiente para tener relevancia dentro de la industria o se necesita algo más? «Esto ya es opinión personal pero creemos que hay mucha peña haciendo cosas muy buenas y que no tiene tanta visibilidad como otra gente. No sabemos si es una cuestión de suerte, de estar en el momento justo, de saber a qué puerta tocar o ser más hábil en algo. Son cosas que nosotras desconocemos«. Lo cierto es que este debate es muy amplio y daría para ilustrar varios factores que pueden argumentar una respuesta sólida: «Hay muchos factores que influyen, como el discurso que hagas. Por ponerte un ejemplo, es más fácil que la gente conecte contigo si hablas de amor romántico en tus canciones«.
Quien quiera dar una oportunidad a La Clika Pika, no se topará precisamente con odas al amor romántico. Este álbum desprende frescura con una gama de bases heterogéneas a las que se adaptan a la perfección dentro de un registro muy amplio de estilos. «Ha salido un disco muy fluido de forma buscada, teníamos muchas ganas de que así fuera. Hay que tener en cuenta que llevábamos tiempo sin tener nuestros propios beats y queríamos hacer un disco con instrumentales que realmente nos gustasen para poder hacer también cambios de estructuras». Continúan: «Es un reflejo de cómo somos. Aunque formamos un grupo, somos muy distintas tanto en cómo rapeamos como la forma de ser o vestir«.
Todas marcan con fuego en este disco su identidad. La complicidad que se extrae tras escuchar «Katarsis» demuestra que no es un grupo trivial sino una reunión de compañeras que va más allá de lo puramente profesional. «El proceso creativo también es bastante fluido porque, al ser un grupo, si estás en un momento de baja inspiración, alguien te ayuda. Ves diferentes maneras de enfocar un mismo tema y eso está muy guay, nos inspiramos unas a otras«.
En el tema «Fuego» tienen una barra que puede estar perfectamente relacionada con esto, pero ampliándolo a la sociedad en general: «Sororidad y apoyo entre hermanas, somos muchas, ya no estamos calladas«. Porque escuchando este disco aprendes muchas cosas como que la sororidad está en todos los niveles de relación comunicacional, de forma implícita. Que canciones como «La Gorda» tienen una importancia poco vista en letras relacionadas con el amor propio. Temas tabúes en la música convencional que cobran un nuevo sentido cuando son interpretados por raperas como las barcelonesas.
Mensajes lanzados al mar sin botella
La reflexión está implícita en todos y cada uno de los temas que componen este trabajo discográfico. Canciones como «Devórame», «Ni Muñecas Ni Famosas» o la cruda «Energúmenos» tienen una intención de empoderamiento muy excelsa, dando alas a su feminismo interseccional como herramienta de expresión y transformación social. Es como un mensaje lanzado al mar sin botella, sin intermediarios, perdiéndose entre el agua formada por proyectos sin esa mirada violeta dentro del rap.
«Estábamos debatiendo sobre cómo se utiliza el discurso feminista desde las instituciones y cómo se distorsiona para ser utilizado, orientándose un poco más hacia el capitalismo. Queríamos hacer una crítica de eso, de cómo el capitalismo consigue absorber un montón de corrientes y transformarlas en algo que se aleja mucho de lo que era en un inicio«, comentan sobre el tema «Devórame». Algo clave para la solidez del grupo es que todas tienen una misma línea ideológica que seguir tanto en sus temas individuales como en los conjuntos. Sí que es cierto que, además de eso, cada una puede tener su propia lucha en sus letras como por ejemplo La Grieta, que busca siempre referenciar los aspectos sociales de la gordofobia. «Obviamente cada una tiene vivencias distintas y eso al final marca cuáles son nuestros intereses, pero en general todas estamos en el mismo camino y en el mismo sitio«.
Una de las cosas que se aprenden cuando se está dentro de la acción colectiva es que un mismo movimiento, aunque vaya en concreto a por algo, va apoyado por diferentes sectores. Más que tener diferentes líneas ideológicas, se tiene una misma línea con diferentes ramas o ayudas de otras acciones colectivas. «Al final todo está relacionado y todo suma«, comentan de forma concluyente.
Leyendo sobre el tema de la acción colectiva y de los movimientos sociales, hubo una frase que me resultó cuanto menos interesante. En relación con el movimiento feminista, hubo una autora que mencionaba que los machistas, a diferencia de las feministas, iban todos unidos en base a una misma forma de pensar. ¿Qué opinión tienen sobre esto? «Es una buena reflexión que tiene su razón de ser aunque no nos ha tocado a nosotras de momento, pues no hemos llegado a tocar ningún tema discordante dentro del colectivo feminista«, argumentan. «Sí que es cierto que, aunque la mayoría de personas que nos escuchan son mujeres, poco a poco vamos viendo mejor acogida por parte de hombres cis«. Poco a poco abren el abanico de personas que les escuchan, cuestión que también se ve reflejada en la exigencia que reciben: «Si tienes un mensaje reivindicativo, se te exige más porque se sabe que tienes unas ideas concretas, puede pasar que alguien espere algo de ti justamente porque sabe tus ideales. Si a nosotras nos diese por hacer una canción que no tenga ningún tipo de mensaje, igual sí que nos sentiríamos más juzgadas que una persona que hace música mainstream todo el rato. Igual nos exigimos más«.
«Parece como si tuviéramos que demostrar más para ocupar lo mismo que los hombres»
La exigencia también viene por el simple hecho de ser mujeres en una industria dominada por hombres: «Hay mucho paternalismo constante. Pasa en todos los géneros musicales pero concretamente en el rap, que ha sido un género muy masculinizado siempre, parece como si tuviéramos que demostrar o hacer más para ocupar el mismo espacio que los artistas masculinos«. Hay tiempo para comentar alguna experiencia concreta vivida como colectivo en frases como «no lo hacéis mal para ser tías»: «Nos hemos sentido juzgadas muchas veces con los técnicos de sonido, por ejemplo. Como si no supiéramos hacer nada, una sensación de sentir que se creen más que nosotras o piensan que por el hecho de ser tías nos tienen que ayudar más«.
Y es que, retomando el tema del mensaje en sus canciones, podemos ver que su actitud es muy clara y concisa. Sin embargo, una cuestión que resulta sorprendente es que, sin escuchar a un grupo, ya se le catalogue como rap feminista por el simple hecho de ser mujeres. «Esta etiqueta es el problema. Las letras no dejan de ser un reflejo de las experiencias que vivimos y entonces, si nosotras tenemos una manera de pensar que está condiciona porque somos feministas, esto se va a ver reflejado en las letras de nuestras canciones. Pero no nos sentamos para decir que la letra va a ser súper feminista, simplemente se ven reflejadas nuestras vivencias dentro de un sistema patriarcal y machista«. Continúan: «Buscan la necesidad de generar una herramienta que separe el rap feminista del rap global. Es por eso que hay ciertos grupos de tías raperas que han renegado un poco de la etiqueta del rap feminista, porque las encasillan como si fueran dos estilos musicales distintos«.
Rap en busca de referentes
Precisamente, que el rap esté dominado por hombres es un problema que no ayuda a que otras mujeres tengan referentes en los que fijarse. Cuando sale un proyecto musical de mujeres que triunfa mínimamente, se ve como algo puntual o poco usual. Pasó con la Mala Rodríguez hace años y sigue pasando actualmente con raperas como Elane o Sofia Gabanna, o incluso con Sara Socas dentro del freestyle. «Siempre pensamos que la música es un reflejo de la sociedad y, como tal, hay cosas que están cambiando para mejor pese a que aún queda mucho camino«. Continúan: «Tenemos la sensación de que dentro del rap se abre la puerta a dos o tres raperas que en ese momento lo estén petando pero sin abrir más el cupo. Parece que hay que competir entre las mujeres para ser una de esas tres, cuando lo suyo realmente sería que pudiéramos tener cabida todas«.
El eterno debate sobre si hacen falta más mujeres que escuchen rap o más raperas adquiere una nueva variante que me pareció de lo más interesante: «Hace falta más diversidad, que no haya un discurso tan monótono y que no sean protagonistas las mismas personas constantemente. Cada vez, por suerte, hay más referentes, aunque hacen falta también referentes LGTB o personas racializadas«. Cuando les pregunto quién ha sido para ellas su mayor referente, tienen una respuesta bastante clara: «Eskarnia, ella es 100% hip-hop. Es una tipa que hace de todo y crea red entre muchas raperas, cosa muy importante para nosotras. Su pretensión es fomentar esta cultura más allá de la repercusión que pueda tener y eso es algo que hay que valorar«.
Precisamente con Eskarnia tienen una colaboración dentro del disco, en la canción «Oasis», haciendo latente que la relación personal y profesional con los referentes puede llegar a ser muy buena: «Tenemos un montón de referentes que son amigas, como las KeTeKalles. Muchos de nuestros referentes, aparte de Gata Cattana, son gente con quien compartimos música, ideas, vida. La gente que aparece en el disco es gente que nos inspira«. Tampoco se ha perdido este estreno Montserrap, que aparece en varios temas del álbum. Además de las ya mencionada, en «Politono» cuentan con la colaboración de las madrileñas El No de las Niñas y la argentina Ultra: «Y más gente que no pudo salir porque no podíamos hacer un disco de 25 canciones; pero las que no han salido ahora, lo harán próximamente«.
Cultura en directo en tiempos de COVID
La Clika Pika es uno de los grupos que han tenido la oportunidad de actuar con las nuevas restricciones de la #CulturaSegura. Como anécdota, contar que esta entrevista estaba programada para otro día que, finalmente, no se pudo hacer porque tenían bolo. ¿Cómo se vive desde arriba del escenario esta nueva modalidad de hacer actuaciones? «Te sientes dando una conferencia (risas). La gente está un poco fría al principio, pero luego hay un momento en que cambian el chip y se lo gozan aunque estén sentadas«. La gente tiene ganas de cultura y eso se sota: «En marzo hemos hecho varios conciertos y la experiencia cambia un poco incluso por el sitio en el que lo estás haciendo. Si es un sitio más pequeño, es más fácil que notes el calor de la gente. En cambio, en un sitio bastante más grande, con distancias de seguridad mucho mayores, se pierde un poco el feedback«.
Aunque les gustaría hacer una presentación del disco al uso, sin formato de conferencia, hay que esperar a que las cosas mejores, argumentan. «El confinamiento ha readaptado un poco los horarios extraños. Los conciertos que hemos hecho han sido a la hora del vermú o un poco más tarde. Se echa de menos ese elemento de noche porque salimos del curro para ir corriendo a la prueba de sonido. Es una sensación muy extraña«. Aún así, este tipo de contacto con el público, aunque sea a pequeña escala, ha permitido comprobar qué temas del álbum gustan más: «Va muy a gustos pero, de primeras, parece que canciones como «Katarsis» o «Politono» gustan mucho. Brindis» también funciona muy bien en directo porque nos venimos un poco arriba«. En un momento en el que los conciertos son acústicos, a guitarra y voz, la gente quiere escuchar jarana y bailar.
Salas y centros sociales de Madrid, Valencia, Euskal Herria y Zaragoza ya han podido disfrutar de este combo de artistas en directo, y espero que próximamente yo pueda ser uno de esos privilegiados. La entrevista terminó con agradecimientos mutuos, da gusto tener conversaciones tan interesantes en las que, una vez más, dejo de hacer caso a lo que tengo apuntado en el bloc de notas. Al fin y al cabo eso es lo bueno de hablar con gente que tiene mucho que decir. Ahora es el momento de que tú, la persona que está leyendo esta entrevista, apoye a este grupo underground de Barcelona para intentar hacer un poco más grande esta cultura.