Kaze | La vuelta a los escenarios de un rockstar

Los valencianos Cactus han sido los encargados de incendiar la noche
Las circunstancias de un concierto marcan el devenir del mismo. Kaze se reencontraba con su público tras un tiempo alejado de la palestra mediática y Alicante era su parada obligatoria. Las ganas de disfrutar del rapero cartagenero hicieron que se agotasen las entradas una semana antes del evento, con el agolpamiento a las puertas de la sala de muchos jóvenes deseosos de disfrutar de uno de los artistas del momento. Pero había que esperar un tiempo hasta que eso sucediera porque antes iba a aparecer por las tablas de la sala The One un grupo inusual pero bastante activo. Con el buen rollo por bandera y con el objetivo de hacer disfrutar a la par que concienciar con una música en valenciano atractiva y diferente, tenían la difícil tarea de enfrentarse a un público distinto al suyo.
Ellos son Cactus, un grupo local que nada a contracorriente. Recién publicado su segundo trabajo discográfico “Roma”, tuvieron que decir adiós a un pilar fundamental, su vocalista Samantha, que conseguía entrar en el programa de Operación Triunfo. Así, en un tiempo récord tuvieron que hacer frente a todo tipo de adversidades para recomponerse con el fin de seguir adelante con su proyecto y renovarse.
No era un espacio donde estén acostumbrados a actuar, pues la escena de mestizaje catalán no tiene, a priori, muchas semblanzas con la industria rapera del boom bap clásico. Por eso, antes de salir al escenario confesaban estar con la incertidumbre de no saber cómo iba a transcurrir la noche. Además, les faltaba su guitarrista. Parecía no ser la noche perfecta para la formación alicantina.
Pero fue subirse al escenario y se disiparon esas dudas. Iban a disfrutar sin el miedo al qué dirán. Tras la ideología se esconde un bien común: las ganas de pasarlo bien. El escenario estaba cargado con una más que interesante propuesta de luces que me recordaba a la escenografía de Smoking Souls en la gira de su disco “Cendra i Or”. Y abrieron la noche con “K Pateo”, un reggaetón que choca frontalmente con las voces críticas del género. Mensaje y jolgorio a partes iguales sorprendieron a los asistentes allí reunidos que no tenían información alguna sobre quiénes eran esas personas que saltaban y cantaban letras irónicas y superficiales.

No ayudó el cansancio del respetable que, desde bien temprano, guardaba cola para conseguir un sitio privilegiado desde el que poder ver al rapero Kaze. Las propuestas de agacharse antes de que la instrumental rompiese no cuajaron, pero sí que convencieron llegando a desatar un coreo al nombre del grupo que hizo retumbar toda la sala. Sonaron temas de reciente cuño como “Ho Deixe Tot”, “Frankenstein” o una “Cabrona de Mi” que nos presentó de primera mano a la nueva componente Ana Campoy. También hubo tiempo para mostrar reivindicación con “Al Carrer” y de recordar su primer trabajo discográfico con grandes temas de la talla de “Cactustyle” o la más que conocida “Fusta”.
Hay que dar gracias por proyectos diferentes que se salgan de la óptica lineal de una industria que tiene todo controlado. La escena en valenciano necesitaba ya una banda que, aunque se intente desmarcar poco a poco del egotrip predominante, siga teniendo unos valores claros de la música urbana y que no se cierre a la hora de probar e inventar nuevos sonidos. Fue un concierto de una calidad increíble y que dejó un claro contraste con la puesta en escena más intimista del siguiente artista. Pueden estar más que satisfechos con su participación en la noche del 15 de febrero. Calidad musical y escenográfica.

Calidad, como también la de Kaze y la otra mitad del equipo compuesto por DJ Conjurer y Beto. Los chicos se reencontraban con una de sus ciudades favoritas más de un año después y, a pesar de tener un parón musical durante este tiempo, la expectación por verles encima del escenario no ha cambiado. De hecho, mientras el staff preparaba la apertura de las puertas, algunos asistentes comentaron al cuerpo de seguridad que llevaban haciendo la cola desde las 14:00. Veracidad fuera, Kaze llena cualquier recinto en el que actúa y el de la The One no iba a ser menos. Es un tiburón en el rap nacional a pesar de tener la altura de un pez.
Con una entrada de sobradez máxima al escenario, los gritos que se apoderaban de la sala se transformaron enseguida en el canto de la intro del récord mundial. Un arranque dinámico que ya es habitual en los conciertos desde la publicación de dicho récord. Una vez ‘presentado’, confesó que Alicante es una de sus ciudades favoritas por el apoyo que siempre le ha brindado. Asimismo, era el momento de presentar a sus ‘hermanos’: Beto y el tinerfeño DJ Conjurer, Pío Pío o como queráis llamarle.

El interés de los asistentes por ver a Kaze era mayúsculo. Ambas partes disfrutaban y es precisamente así como se crea un aura mágica en los conciertos, que conectan al artista con las cientos de almas, donde también suceden cosas especiales. Por ejemplo, que el propio artista se entere de que es el padre de un chaval del público o que practique toques con dos condones aireados al máximo. Parecen ser puntualidades correlacionadas, pero confirmo que no lo son.
Con bromas y feedback con el público, tranquilidad interna y compañerismo con su squad, han seguido temas de “No Encajes” como el bien aclamado “Rap”, “Venga lo que venga” u “Obsceno”. Pasan los años y el impacto en directo de estos clásicos sigue siendo como el primer día. Cientos de personas con la letra tatuada en la piel y con muchas ganas de pasárselo bien. Era un concierto en el que primaba el buenrollismo, pero también hubo espacio y tiempo para presentar varios temas a cappella que nunca sacará, poner a prueba al público con “No Soy Tuyo”, recordar a sus seres queridos o deleitarnos con volteretas antes de la exhibición solista de DJ Conjurer.

Tampoco se olvidó del recopilatorio de temas inéditos como “Fuera Llueve”, “Dámelo” o “No Sé Qué Pretendes”; aunque el momento más sentimental, como de costumbre, aterrizó con “Lo que en Silencio Guardo”. Un auténtico himno nacional que, como es habitual, se cantó a pleno pulmón en una doble vuelta: primero el público solo y después, acompañado por el artista. Y, continuando con las tradiciones, la fiesta llegaba a su fin con el siempre eufórico “Modo Turbio” hasta que “Cálmate” puso el broche final a unos 90 minutos excepcionales.
En directo, siempre es un placer ver a Kaze, que ya cuenta con una base de fans consolidada que le reclama por todas las ciudades, conciertos y festivales. Sin embargo, a mí, que no pertenezco a este club, me dio la sensación de que viví el mismo show que en Pirata Rock hace un año, pues el guion era predecible. Siento que es necesario nuevo contenido musical, tanto para agitar las actuaciones y sorprender a los fans, como para captar al nuevo público. Pero aun así, repito, Kaze es un bárbaro de los directos.
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