Jarfaiter y su escuadrón revientan Madrid con «El Auténtico Cabrón»

A partir de las ocho de la tarde, la sala La Paqui comenzaba a dar paso a todos aquellos integrantes de una fila que daba la vuelta al conocido Teatro Barceló. Una preocupación rondaba mi mente: ¿Cómo proteger mi cámara de fotos del vendaval que caracteriza los shows del artista piedralaveño? Y es que la música de Jarfaiter es la viva expresión de la violencia, del desahogo, y esto en directo es sinónimo de una sucesión de pogos que hacen de la escena el perfecto retrato de la palabra jaleo.

La escenografía elegida por Jarfaiter y su equipo para la ocasión no dejaba impasible a nadie: un escenario rodeado por barricadas militares y rematado por alambre de espino. El público, impaciente por la demora del show, amenizaba la espera coreando al unísono el conocidísimo “Uh, ah, mantenlo criminal”.

Pasadas las nueve de la noche, se abría la puerta trasera del escenario y ahí estaba, “el auténtico cabrón”. La velada comenzaba con canciones como ‘Sin Aliento’, y de ahí en adelante Jarfaiter tenía preparado un largo recopilatorio de los mejores temas de los tantos álbumes por él publicados: las tres entregas de «Malianteo Criminal«, «El Auténtico Cabrón«, «Picaresca» o «Criminal Nadsat«.

“¿Hay algún delincuente por la sala?”  preguntaba Jarfaiter a modo de preludio, antes de entonar Mantenlo Criminal. El suelo temblaba y el “Hippie, cerda, hueles a mierda” retumbaba por la sala.

Tras ello, Jarfaiter bajaba de revoluciones con canciones como ‘Estoy enamorado de una choni’. Sin embargo, esto era tan solo un respiro para un público incapaz de imaginar lo que vendría después. Y es que, el piedralaveño no venía solo. Korpe, Policarpo, El Coleta o Rvkeli estuvieron allí para interpretar junto a Jarfaiter algunas de las colaboraciones más sonadas.

Jarfaiter y El Coleta cantaban Navajeros, abriendo la veda para la sucesión de una serie de clásicos que encaminaba el concierto hacia el final y que no podían faltar. Hablamos de canciones como ‘Yomada’ o ‘La Luna y el Sol’.

‘Política de Parque’ cerró el show, dejando una estampa final protagonizada por el éxtasis y por un Jarfaiter que saltaba a los brazos del público subido a un hinchable con forma de tanque militar. La noche llegó así a su fin. Un show que más que un concierto se convirtió en una celebración para aquellos que utilizan la música como desahogo y forma de disidencia contra lo políticamente correcto.

Mi cámara y yo sobrevivimos al concierto, y no precisamente por la ausencia de todo aquello que al principio me preocupaba, sino porque, de forma excepcional para este concierto, La Sala But había decidido reservar un espacio para la salvaguarda de la prensa e invitados.