Izal | El triunfo de su pequeña gran revolución
La venerada banda agotó las entradas durante dos noches seguidas en Alicante y entre semana
Esto de cubrir eventos fuera del ámbito urbano comienza a ser lo normal. Cuando una organización apuesta de forma directa por conservar la música en directo con todos los cuidados preventivos (y con mascarillas que desafían las propuestas de otros descerebrados) se ve necesario el apoyo por parte de todos nosotros para hacer de esas actividades culturales algo único.
Y todo tiene mejor sabor cuando una de las bandas más en forma del panorama musical nacional pasa por tu localidad por partida doble, ambas fechas con el cartel de «entradas agotadas» colgado. Así es la vida, Izal está reventando las estadísticas plantándole cara de forma directa a la pandemia. Tanto es así que la instantánea del recinto de Noches Mediterráneas vista desde fuera era sorprendente. Que tantas personas guardasen las distancias y respetasen el protocolo sanitario era un zasca hacia todas esas mentes que quieren hacer creer que la música en directo es el principal foco de contagios.
Y no. Cuando se quieren hacer las cosas bien, se hacen. Y la banda de Mikel Izal fue directa a ser un ejemplo de humanidad, acorde con sus seguidores. Hay que mencionar que nosotros fuimos el segundo día de actuación en el Puerto de Alicante, un jueves 6 donde las ganas de música se hacían notar con un genial ambiente horas antes en el gastrobar gratuito habilitado al costado del escenario.
Poco a poco me estoy adentrando mejor a estos ambientes de música indie y mujeres de verde, donde la vibra se hace notar de una forma diferente que en los clubs de hip-hop, pero donde en esencia las ganas de pasarlo bien siguen intactas. También cabe mencionar que era la primera vez que veía a la formación afincada en Madrid, siendo seguramente el menos fan de los allí presentes. Porque no sé qué tipo de imán utiliza esta gente para mover a una masa tan ferviente de seguidores. Público con un sentimiento intenso de admiración ante unos músicos que han hecho los temas más virales del género en estos últimos años.
Y a pesar de su versión acústica, con formato reducido, se metieron al respetable en el bolsillo desde el primer minuto, con un inicio a modo de «Despedida». Así, se aventuraba una actuación íntima, donde el grupo y el público nadaban en un mar de cordialidad y casi amistad, donde Mikel podía hablar de tú a tú a los allí reunidos para contarles los sentimientos que le rondaban en ese momento por la cabeza y regalarles anécdotas y detalles del grupo a la luz de la luna. Solo faltaba la hoguera, pues las cervezas sí estaban repartidas entre los asientos.
La brisa que corría gracias a la localización portuaria del recinto permitió disfrutar aún más del evento, sin pasar calor y con canciones que servían como banda sonora de lo ocurrido. Por su parte, los integrantes confeccionaron un setlist que repasó todos y cada uno de sus trabajos, con unas magnas «Pánico Práctico» y «Pequeña Gran Revolución» que salieron enseguida y fueron recibidas con vítores y cánticos. Al haber asistido el segundo día, pudimos disfrutar de un foso fotográfico menos congestionado que otras veces, y aun así los allí presentes también eran capaces de tararear las canciones que sonaban.
Personalmente, podía no saberme la letra de temas como «La Piedra Invisible», «Arte Moderno» o «Los Seres Que Me Llenan», pero no era necesario para comprobar lo buenos que son en directo y lo bien respaldados que estaban por las 800 voces que les hacían los coros. Salvo algunas personas que se levantaban veces contadas y reculaban ante la advertencia de la seguridad, el comportamiento iba según lo esperado en cada uno de los sectores habilitados.
Continuaron con «Agujeros de Gusano»; «Santa Paz», uno de sus más recientes hits; y «Sueños Lentos, Aviones Veloces», una de las grandes reliquias de los comienzos de la banda y que tan pocas veces han defendido en directo. Es lo bueno de un formato así: la posibilidad de dar cabida a otras canciones que en un eléctrico a la vieja usanza no tienen hueco en el setlist. También comentaron una anécdota que incumbía a este último tema y su estreno por todo lo alto en el programa Tablero Deportivo de RNE, coincidiendo con un día de máxima audiencia.
Tras esto, nos sorprendió «El Pozo», y Alicante se cayó abajo. Aquí se olvidó completamente el formato reducido, lo acústico y la voz reservada de los más callados. Absolutamente todo el mundo levantó las manos, bailó en su sitio e interpretó una canción que respiraba vitalidad. Esta estampa, vista en un momento donde toda la humanidad está sumida en una difícil situación, era la prueba de que la gente sigue teniendo fe ciega en el fin de esta pesadilla. Los buenos se lo creían y los malos fueron buscados.
Ese fue el momento en que cambió el chip del respetable y comenzó la verdadera fiesta. Así, se sucedieron temas reconocidos, uno tras otro, antes de la presunta despedida anticipada previa al bis. «Magia y Efectos Especiales», «Copacabana» y «El Baile» (sin ser bailado) fueron las escogidas para cerrar la primera parte de un concierto que confirmó la buena forma de la que goza este grupo.
«En la nueva normalidad también hay bises«, dijo Mikel Izal volviendo a su sitio en el centro del escenario. Todos se posicionaron y dieron rienda suelta a su creatividad artística con «Palos de Ciego». Aquí me daba cuenta, fijándome en el frontman, que es alto hasta sentado. Es la típica persona que se subió a un escenario porque cuando estaba debajo tapaba la vista a los de detrás.
Bromas aparte, el tiempo se iba acabando y solo quedaban dos temas por sonar. Fue una hora y media que se hizo muy corta, donde muchos se quedaron sin voz y otros, sin lágrimas. En ese momento previo a la despedida, hubo una «Pausa» como preludio del apocalipsis. «Para esta última canción os voy a dejar que os pongáis de pie dentro de vuestro espacio«. Y sonó lo más esperado. «La Mujer de Verde» cobró su protagonismo con 800 personas bailando y sudando lo prohibido en los temas anteriores. Sin palabras.
Me volví a casa con la adrenalina en la piel y con la sensación de haber disfrutado, por primera vez en mi vida aunque seguro que no la única, de un recital de grandes músicos. Todos tuvieron su protagonismo, incluso el lado paternal de Alberto Pérez. Volveremos al recinto de Noches Mediterráneas, aunque el vacío de Izal estará presente, con artistas como El Kanka o Natalia Lacunza. Por más conciertos y menos corridas de toros. Por más uso de mascarillas y menos cantantes que alienten al público a quitárselas. En definitiva, por más cultura y menos incultura.
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