Fito & Fitipaldis reviven el buen rock and roll en Alicante

Fue un día un poco extraño. Íbamos a cubrir un concierto fuera de base con la ilusión del niño que recibe un juguete nuevo. Por un lado, éramos conscientes de que íbamos a ver a un grupo que es historia de nuestra música. Fito & Fitipaldis ha sido una banda que ha llegado al corazón de varias generaciones con temas que han marcado un antes y un después en nuestro país. Son sinónimo de buen rock and roll. Y por si fuera poco, venían acompañados de una de mis debilidades musicales: Morgan. La banda liderada por Nina de Juan es una de esas joyas nacionales de las que nos tenemos que enorgullecer.
Todo parecía ser una velada para el recuerdo, pero todo se complicó cuando no nos dejaron quedarnos a cronificar la actuación de Morgan como teloneros de Fito. Por ello, sólo pudimos escuchar las tres primeras canciones marcadas en su setlist. La puesta en escena de lo que pudimos ver fue completamente estática, con Nina y David Schulthess escoltando los flancos de una hilera estructurada de músicos que se postró frente a su audiencia alicantina.
Me dolió no poder cubrir de forma completa este concierto siendo una banda que tanto me atrapó en su día. Sus discos «North» (2016) y «Air» (2018) han marcado mucho mis gustos musicales y su nuevo trabajo, «The River and the Stone» (2021), aún no ha acabado de entrar en mi lista de grandes discos porque no lo he llegado a escuchar lo suficiente. Su virtuosismo es algo que le viene bien a la industria del pop-rock nacional. Tienen un sonido retro que, sorprendentemente, genera un aura de frescura a su propuesta. Y pese a esta admiración que les tengo, la promotora del evento nos mandó a esperar fuera del recinto al plato principal.

Que conste que Producciones Baltimore no tiene nada que ver en todo esto. Ellos siempre se han portado genial con nosotros y nos han ayudado en todo lo posible. Sus ciclos de conciertos, incluido este Área 12, nos han llenado anímica y emocionalmente con diferentes maneras de entender la música. Y de hecho gracias a ellos pudimos quedarnos, al menos, al concierto íntegro de Fito & Fitipaldis. Un concierto que avivó una dualidad permanente que suele suceder cuando vas a ver a este tipo de grupos.
Por un lado está esa mística que hace que todo grupo que has admirado durante muchos años te parezca grandioso. Es evidente que Fito nos ha acompañado a casi todos con canciones que han sido vanguardia nacional tanto con su actual grupo como en su época de Platero y Tú. Pero por otro lado estaba la percepción de un concierto con baches, donde los grandes éxitos opacaban un poco el resto del repertorio.
Temas como «Por la Boca Vive El Pez», «Me Equivocaría Otra Vez» o «Whisky Barato» llegaron pronto para avisar al respetable que no estaban ahí para dormirse hasta que llegasen los últimos compases del concierto. Era más bien un toque de atención que continuó con algunas canciones de nuevo cuño como «A Quemarropa», «Cielo Hermético» o «Las Palabras Arden». Porque había que aclarar, pesase a quien pesase, que venían presentando su último plástico «Cada Vez Cadáver» (Warner Music, 2021).

El estado de forma de la banda es absolutamente envidiable. Ver a Carlos Raya corriendo de un lado al otro del escenario con la guitarra a cuestas es algo apoteósico. Los peldaños colocados a ambos lados de la tarima generaban una sensación de cercanía con los asistentes más escorados. Por esas zonas también se pasó el saxofonista Javier Alzola, que se llevó más de una ovación por su rendimiento particular. Siempre es un gusto escuchar instrumentos más singulares en directo y salirse del clásico tridente de guitarra, bajo y batería. Es también un diferencial en la composición de las canciones y permite adoptar una elegancia más clásica a los temas de Fito & Fitipaldis.
El equipo técnico que viaja con el grupo también merece unas palabras especiales porque elaboraron una estructura de escenario a su gusto dentro de un montaje predeterminado para otro tipo de conciertos o festivales. Además, habilitaron cajas de agua para saciar la sed de las personas que estaban en primeras filas, como consecuencia del calor húmedo de mayo en la ciudad alicantina. Estos pequeños gestos de humanidad no se suelen ver en espectáculos donde la botella de agua, de tamaño irrisorio, te llega a costar 2€.

Y había que hidratarse para pillar la vertiginosa recta final que nos esperaba. Una humilde «Tarde o Temprano» abrió la veda de la locura que continuó con himnos como «La Casa Por El Tejado» o «Antes de Que Cuente Diez», momento en el que llegó un parón previo al primer encore. En ese instante llegó una de las estampas más emotivas de la noche. Fito salió al escenario acompañado de su inseparable Carlos Raya y de Nina de Juan, que se sentó en el piano para interpretar la delicada «Abrazado a la Tristeza». Muchos desconocían la existencia de este magno tema que se llevó la ovación de los más afines. Pero también había material adicional para los más mainstream con un «Soldadito Marinero» que olía a final.
La despedida se hacía realidad con un «Acabo de Llegar» que se llevó la última ovación de la noche. La banda estaba más que satisfecha por el concierto que habían dado, más aún tras recibir el clamor de los presentes. En otro momento se podrá debatir sobre los baches intermedios que suceden cuando no hay temas de radio en el setlist, pero es cierto que Fito & Fitipaldis es más que un grupo de sencillos radiofónicos. Es una banda de rock de esas que, según los mitos, nunca mueren.