Fernando Costa | El filósofo más callejero

El rapero de Ibiza dio un concierto el pasado 20 de octubre en la Sala The One de Alicante
Siempre apetece ver a Fernando Costa y, visto lo visto, los alicantinos tenían unas ganas inmensas también. Lo cierto es que desde su primera parada en la Sala The One del año pasado hasta este 20 de octubre, apenas hubo muchas novedades musicales del artista, pero para los fans es lo de menos porque “Yipiyou” ha sido un éxito rotundo. De tal modo que Fernandito se ha embarcado en una segunda gira del disco para desgranarlo y exprimirlo al máximo. Pero antes de su show en Alicante, se nos dilataron las pupilas con el grupo invitado que teloneaba al ibicenco. Y no precisamente de forma grata.

Yo soy muy permisivo. Durante este año conocí en directo a bastantes artistas/grupos y, de una forma u otra, solía gustarme el concierto aunque el estilo musical fuese alejado al mío. Con Mokhtar sucedió al revés, su concierto me pareció muy muy flojo. Unas letras con referencias directas al sexo, voz de fondo que se solapaba con la del artista produciendo un sonido turbulento, fluidez a destiempo, casi nula puesta de escena…Un montón de aspectos a mejorar que en su conjunto no me gustó nada. De hecho, estuvimos obligados a investigar por nuestra cuenta el nombre del grupo porque ni siquiera se mencionaron. E indagando por su cuenta de YouTube, tampoco aparecen las canciones que interpretaron en su intervención en la The One. Es un poco extraño todo. Bueno, en general, una presencia mejorable y una oportunidad desaprovechada.

Tras ese mal sabor de la boca previo, el hambre por Fernando Costa para que retomase el rumbo del evento se multiplicaba. Mientras tanto, el Instagram y una playlist de rap amenizaban la espera que se alargó un tiempo hasta que, entre humos rojos, finalmente apareció el hombre del sold out dispuesto a proporcionarnos lecciones de vida. Literalmente. Y es que durante las próximas dos horas, Fernando se enfundó en cuerpos de Costa y de Merlí.
Igual que en el Pirata Rock, sus primeras palabras constaban del agradecimiento al público, a la gente que le apoya y que sin ellos sería indispensable recorrer España con sus canciones. Aludió también su pasado de hace tres años, a la importancia de la perseverancia en lo que te gusta y al disfrute entre otras cosas. Disfrutar del concierto y olvidarse de los problemas, aunque sea temporalmente. Y Fernando es el hombre indicado para ello.
Tras esta presentación filosófica, el ibicenco arrancó con la famosa “Narcolepsia” en un tracklist muy marcado de otros shows. Un inicio muy trepidante y con el público entregadísimo y, a la vez, captando lo vivido en directo a través de los móviles. Y es que son precisamente estos momentos que más tarde reviviéndolo en forma de vídeo te sacan una sonrisa. Sin embargo, me dio la sensación de que en los temas menos mainstream faltó un poco de caña para dotarlos de mayor energía como por ejemplo con “Por la calle abajo”, “Lento” o “Dynamo”. Incluso con “Avisos Parentales”, una canción agresiva ya de por sí que no terminó por explotar al máximo.

Con su inseparable roncola, Fernando recorrió casi todo su primer y único disco “Yipiyou” intercalándolo con algunos singles. Siguió con “Cowboys” y “Barco a la deriva” hasta que cerca del ecuador del show llegó el tiempo de los featurings. Con humildad y cercanía, Fernandito dirigió también algunas palabras a Hard GZ y Denom, sus colegas desde hace años, a Natos y Waor por aceptar la colaboración con él sin importar los números de visitas, a Prok por motivarle con la música y a Dollar por razones obvias. Y es que tanto “Rolas” como “Danger” y “Piratas” son tan pegadizas que no extraña que fuesen de las más coreadas a expensas del previsible cierre.
La arena del tiempo se iba empequeñeciendo y sabíamos que el show estaba en su recta final cuando quedaban aún por sonar tres de sus mayores hits. Tras escuchar la sintonía del tema más reciente, Fernandito supo que estábamos más que preparados para gozar el fin de una muy mala manera y regresar a ese estado tan enérgico como con «Narcolepsia». Y así, al ritmo de “Mo Bamba” mientras los asistentes estaban acomodándose para un gran pogo, acabó un concierto en el que el vacileo con el público, el rap y la filosofía de la vida se dieron la mano.
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