El circo ambulante de Bejo en concierto
Acostumbrados a ver concierto lineales carentes de sobresaltos, sin ninguna novedad más allá de la presencia del propio artista, se consigue que la gente vea en la actuación en directo una posibilidad en lugar de una necesidad. Esos principios capitalistas de convertir cualquier objeto en algo necesario para nuestra vida no parecía tener su réplica en los conciertos. La música es un bien que nos engrandece como personas individuales y como grupo social, y por eso lo que hace Bejo en directo es digno de alabar.
Eleva la esencia del espectáculo a niveles nunca antes vistos en la música. Podemos entender que no todos los artistas son capaces de montar algo diferencial en su concierto, pero mi intención no es generar confrontación entre nombres de la industria. Lo que quiero poner de relieve aquí es la capacidad de idear algo diferente, nunca antes visto encima del escenario, que tiene el canario. Era la primera vez que veía al artista en solitario y todo fue una grata sorpresa que finalizó con un buen sabor de boca del público asistente.
Y aunque las ideas son cuestiones que pueden aparecer o no en la mente inquieta de un músico, siempre está la posibilidad de intentar no manchar tu directo sin arriesgar, haciendo las cosas con pies de plomo pero asegurando donde pisas en cada momento. Hay gente que busca no mancharse las zapatillas, pero Bejo quería intentar innovar con las zapatillas totalmente manchadas. Estas palabras pueden carecer de un sentido lógico primario, pero esta crónica tiene como finalidad poner imágenes del circo que monta Bejo en vuestra mente.
Escoltado por el rudo competidor de campeonatos de Scratch, y ganador de muchos de ellos a nivel nacional, DJ PIMP, comenzó un evento que parecía que iba a sorprender a muchos. Porque todo comenzaba de forma cómica, con una pantalla que simulaba las instrucciones de las azafatas de vuelo en previo despegue, y con un público que encajó de forma positiva esa primera diferenciación respecto a un show con falta de ideas.
He de decir que la asistencia al concierto fue bastante baja. Volvían los conciertos de pie y la gente parecía no haber acudido a la llamada del bejismo en estado puro. Aun así, los que estuvieron se lo pasaron en grande con un circo ambulante que tenía como parada una Sala The One dispuesta a ver sorpresas y a atender a una clase de puro hip-hop made in las Islas Canarias.
Me sorprendió para bien que el artista no mencionase en ningún momento la falta de público y se ciñó única y exclusivamente en dar un recital de música propio de un artista con un repertorio más que potente. Al fin y al cabo, la gente allí presente estaba deseando verle, sin importar el número. Todos querían música y Bejo la trajo. Venía presentando su último trabajo «Tripi Hapa» pero eso no fue problema para que otros clásicos hiciesen acto de presencia ese día en Alicante.
Los fotógrafos nos pusimos frente al respetable, dispuestos a captar la esencia del evento a través de la cámara, pero fue salir de ahí y convertirme en un integrante más del público que quería pasarlo en grande coreando los temas. La primera gran invitada de la noche fue «Dora la Exploradora», un tema que desde sus primeros acordes de guitarra recibió un caluroso reclamo por parte de los allí presentes. Fue el instante que cambió el devenir del concierto, a partir de aquí, lo que se vivió fue un auténtico espectáculo.
Ya podía estar DJ Pimp haciendo gala de su manejo de los platos con el ‘Jump Around» seguido por un Bejo más que sobresaltado o hacer una competición entre cebollistas y sincebollistas, que siempre había una respuesta positiva por parte del público. Por allí pasaron temas míticos como «8 Misisipis», «Fumándote un Blunt» o una clásica «Metamorfosis» que guiaron un concierto diferente. El canario lo mismo te pintaba un dibejo en directo mientras interpretaba «Cambiar el Mundo» o comenzaba a sacarse de la boca metros y metros de pañuelos liados cual payaso en el circo de tu pueblo.
Era todo tan extraño que ni la magnitud de gritos con el recibimiento de la Bizarrap Session o «Hipócrita» hicieron amainar una sensación de estar en un concierto diferente, hecho para gente que valoraba algo más que las canciones en sí. Porque Bejo es, en sí mismo, un artista diferente. Aquí reside la diferencia respecto al resto de rappers del panorama. Desde su posición, Bejo mira la escena para buscar moldearla a su antojo. Y siempre le sale bien la jugada. No queda nadie de su especie, es el único en la tierra, y el panorama sabe que es único.
Tras un breve descanso, la traca final del show dio comienzo con «Onomeatropella», seguida por temas más que coreados de la talla de «Poco», la bailable «#FiestaEnLaTerraza» o la ilustre «Mucho» que acabó con el propio artista entre el público para poner el punto final a una noche especial. Se despidieron con un baile, agradeciendo a los allí presentes por tomarse las molestias de acudir un jueves a un concierto, y apoyar su directo.
Salimos sin saber bien qué habíamos vivido pero con la certeza de que había merecido la pena. Os recomiendo gratamente el directo de este señor canario que bebe agüita y sale al escenario disfrazado de dinosaurio. Porque sí, en «Rap Largo» decidió salir vestido con el disfraz que lleva en el videoclip. Pequeños detalles que cambian la percepción de un concierto. He ido a muchos a lo largo de mi vida y en ninguno he sentido tanto interés por ver qué pasaría a continuación. Son cosas que solo son posibles si la persona que está detrás del proyecto se curra un personaje diferente. Y se agradece.